jueves, 20 de febrero de 2014

ESCUCHARNOS



          Es probable que de manera más o menos generalizada, estemos errando en las respuestas que nos damos; en las que damos, y en las que nos dan. Y es posible que tales desaciertos obedezcan a que no escuchamos los relatos hasta el final, a la mitad de él, ya tenemos la respuesta.
          Nos esforzamos tanto en responder que no acabamos de atender a la pregunta, y así, demasiadas veces no respondemos a la cuestión planteada.
Dentro de las urgencias a los que nos hemos obligado, se halla la necesidad de contestar a todo inmediatamente de forma concreta e inapelable, escuchar al otro hasta que acabe de decir lo que comienza a decir, nos parece una pérdida de tiempo.
         Nos sentimos bien preparados para suponer lo que el otro acabará diciendo e interpretamos lo dicho de forma ajustada a la respuesta que ya teníamos.
         Las respuestas que solemos tener para las preguntas o relatos  iniciados, pocas veces comprenden la cuestión que el otro plantea, sino más bien atendemos al conocimiento personal que del otro tenemos o suponemos tener.
         A una  cuestión idéntica, solemos dar distinta respuesta dependiendo de quién sea el interlocutor. No respondemos igual a un hombre que a una mujer, a un joven que a un viejo,  a un rico que a un pobre, a uno de derechas que a uno de izquierdas,  a uno que nos cae bien que a otro que no tragamos.
        No nos escuchamos; si acaso, nos catalogamos los unos a los otros, y en función del concepto que del otro nos hemos creado, ya tenemos la respuesta preparada, la cuestión la dejamos al margen.
         Uno de ultra derecha no acepta una verdad si viene de otro de ultra izquierda, ni viceversa,  el uno quiere derribar al otro y el otro al uno, ambos por su parte quieren mantenerse en el extremo en el que se situaron; a ninguno de los dos les importa la verdad, ni la atienden. Ya tienen su verdad, coincida o no con la realidad: ¡que se fastidie la realidad!
        Por no escucharnos, en demasiadas ocasiones no nos escuchamos ni a nosotros mismos, de forma y manera que nos respondemos lo que suponemos que queremos decirnos.
      Y así coleccionamos respuestas pre-constituidas y nos quedamos con demasiadas cuestiones sin resolver.


Barcelona a 20 de febrero del 2014. RRCH

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