Don
Pepe. Bueno es que de gurí me enseñaron a tratar de don a las personas grandes,
y me lo aprendí. Para mi Don Pepe, a los mayores se les debe distinguir con más
respeto por lo que saben. A mi padre no le trataba de don sino de viejo, mi viejo era más que cualquier don, pero a los demás, ¡qué menos
que don!. Yo vine de allá, de los pagos de Isla Mala, que algún pituco de traste
apretado le dio por cambiarle el santo, por el de una fecha, y le metieron
Villa 25 de Mayo y así se quedó. Como todos los pueblos de allá, estaban los
que mandaban y los que no, y los que no, se repartían entre los lambetas y los
que apretaban las quijadas tragando saliva. A mí me tocó estar con estos últimos
que por mantener la dignidad con rebeldía no tenían ninguna chance, o eso me pareció. Bueno, cuando Ud. cayó en cana yo era gurí
todavía, y al poco nomás me mandé a mudar para las Españas antes que me
corrieran o me hicieran desaparecer. La esperanza había salido rajando, y me
fui para ver si la dragoniaba por acá. He vuelto a allá de visita varias veces
para ver a los viejos, a mis hermanas, familiares y algún amigo que me recordaba, y una vez le
oí por la radio. Y la verdad Don Pepe que me pareció que usted era un viejo
pelotillero y algo bichicome que estaba de vuelta de todo y como la milicada fayuta le habían reventado el alma, decía lo
que le salía de las pelotas porque nunca se iba a ver en el brete de tener que
cumplir lo dicho. Y en eso me aguanté mucho tiempo. Pero creo Don Pepe que la
erré, y ahora que he mudado bastante de parecer se lo voy a decir. Lo primero
Don Pepe, es usted un viejo lindo, y no porqué tenga una figura aceptable, sino
porque le sale honradez hasta por la patas. Y eso, como decían los antiguos es
un bien escaso, muy escaso. Mire por dónde Don Pepe, que hasta aquí ha llegado
su fama de hombre decente, y hasta podría ser que usted pusiera de moda lo de
ser pobre con dignidad. La dignidad también escasea por acá y el mangoneo de los
politiqueros se ha desparramado como estornudo de ñato; afanan sin disimulo, y
si los agarran se hacen los bobos. Esa cosa, Don Pepe, ha apestado hasta los
sindicatos de la peonada, los burgueses de siempre han echado baratijas y algún mango para que se divirtiera un poco el pobrerío, y los chambones pisaron el palito en creencia
que estaban remediados para el resto; y salió mal. Mientras la montonera se entretenían con la chuchería, los
barrigudos amontonaban más plata que la que podían arrastrar; fue una cosa
bárbara, robaban de día, de traje y
corbata y con lapicero, daban envidia y
todos hacían la vista gorda. Y ahora Don Pepe, muchos se fijan en usted, y les
gustaría que los de acá se arrimaran a lo que usted hace y de cómo se revuelve.
Se ha ganado usted el respeto y la admiración del mundo. Cuando me vine de
allá, traje pocas pilchas, unas chirolas,
algún buen recuerdo, y bastante nostalgia por la querencia, irse del
pago de uno, dejar a los viejos, a las hermanas que eran una chiquilinas, los
tíos, los primos… y alguna botija linda a la que yo le arrastraba el ala. Pero traje eso sí, un puñado de ideas claras, de esas que hacen falta cuando
todo sobra y nunca estorban cuando uno ha perdido; y así supe distinguir la
gordura de la hinchazón. Pocas cosas del Uruguay acá son novedosas, algunas
historias del viejo Artigas, algunas leyes de las primeras añadas del siglo XX,
y el mate, y ahora usted Don Pepe que se ha vuelto una muestra de que es
posible la decencia en un político. Fíjese, que lo que tenía que venir de serie
como pieza elemental, se convierte en una distinción, ¡sí que estamos jodidos!
Seguro que usted ha errado una ponchada de veces y se merece que le saquen el
cuero por eso, pero solo yerra el que intenta embocar, porque el que se queda envarado
con la cola entre las patas tiritando como cuzco en bote nunca aciertan porque
nunca empieza, por más que sea sabedor
de escritorio. Me gustaría Don Pepe que nos juntáramos algún día para darle al
mate una paliza, hasta que pase un cura a caballo en burro blanco. Le presento
mis respetos Don Pepe Mujica, y le saludo.
Barcelona a 23 de
octubre del 2014. RRCH
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