viernes, 24 de octubre de 2014

La decencia política existe.


Don Pepe. Bueno es que de gurí me enseñaron a tratar de don a las personas grandes, y me lo aprendí. Para mi Don Pepe, a los mayores se les debe distinguir con más respeto por lo que saben. A mi padre no le trataba de don sino de viejo, mi viejo era más que cualquier don, pero a los demás, ¡qué menos que don!. Yo vine de allá, de los pagos de Isla Mala, que algún pituco de traste apretado le dio por cambiarle el santo, por el de una fecha, y le metieron Villa 25 de Mayo y así se quedó. Como todos los pueblos de allá, estaban los que mandaban y los que no, y los que no, se repartían entre los lambetas y los que apretaban las quijadas tragando saliva. A mí me tocó estar con estos últimos que por mantener la dignidad con rebeldía  no tenían ninguna chance, o eso me pareció.  Bueno, cuando Ud. cayó en cana yo era gurí todavía, y al poco nomás me mandé a mudar para las Españas antes que me corrieran o me hicieran desaparecer. La esperanza había salido rajando, y me fui para ver si la dragoniaba por acá. He vuelto a allá de visita varias veces para ver a los viejos, a mis hermanas, familiares  y algún amigo que me recordaba, y una vez le oí por la radio. Y la verdad Don Pepe que me pareció que usted era un viejo pelotillero y algo bichicome que estaba de vuelta de todo y como la milicada  fayuta le habían reventado el alma, decía lo que le salía de las pelotas porque nunca se iba a ver en el brete de tener que cumplir lo dicho. Y en eso me aguanté mucho tiempo. Pero creo Don Pepe que la erré, y ahora que he mudado bastante de parecer se lo voy a decir. Lo primero Don Pepe, es usted un viejo lindo, y no porqué tenga una figura aceptable, sino porque le sale honradez hasta por la patas. Y eso, como decían los antiguos es un bien escaso, muy escaso. Mire por dónde Don Pepe, que hasta aquí ha llegado su fama de hombre decente, y hasta podría ser que usted pusiera de moda lo de ser pobre con dignidad. La dignidad también escasea por acá y el mangoneo de los politiqueros se ha desparramado como estornudo de ñato; afanan sin disimulo, y si los agarran se hacen los bobos. Esa cosa, Don Pepe, ha apestado hasta los sindicatos de la peonada, los burgueses de siempre han echado  baratijas y algún mango  para que se divirtiera un poco el pobrerío,  y los chambones pisaron el palito en creencia que estaban remediados para el resto; y salió mal.  Mientras la montonera  se entretenían con la chuchería, los barrigudos amontonaban más plata que la que podían arrastrar; fue una cosa bárbara, robaban de día,  de traje y corbata y con lapicero,   daban envidia y todos hacían la vista gorda. Y ahora Don Pepe, muchos se fijan en usted, y les gustaría que los de acá se arrimaran a lo que usted hace y de cómo se revuelve. Se ha ganado usted el respeto y la admiración del mundo. Cuando me vine de allá, traje pocas pilchas, unas chirolas,  algún buen recuerdo, y bastante nostalgia por la querencia, irse del pago de uno, dejar a los viejos, a las hermanas que eran una chiquilinas, los tíos, los primos… y alguna botija linda a la que yo  le arrastraba el ala.  Pero traje eso sí, un puñado de  ideas claras, de esas que hacen falta cuando todo sobra y nunca estorban cuando uno ha perdido; y así supe distinguir la gordura de la hinchazón. Pocas cosas del Uruguay acá son novedosas, algunas historias del viejo Artigas, algunas leyes de las primeras añadas del siglo XX, y el mate, y ahora usted Don Pepe que se ha vuelto una muestra de que es posible la decencia en un político. Fíjese, que lo que tenía que venir de serie como pieza elemental, se convierte en una distinción, ¡sí que estamos jodidos! Seguro que usted ha errado una ponchada de veces y se merece que le saquen el cuero por eso, pero solo yerra el que intenta embocar, porque el que se queda envarado con la cola entre las patas tiritando como cuzco en bote nunca aciertan porque nunca empieza, por  más que sea sabedor de escritorio. Me gustaría Don Pepe que nos juntáramos algún día para darle al mate una paliza, hasta que pase un cura a caballo en burro blanco. Le presento mis respetos Don Pepe Mujica, y le saludo.
Barcelona a 23 de octubre del 2014. RRCH

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