lunes, 14 de septiembre de 2015

NO PASARÁ NADA; DE LO PREVISTO.-


 

Aunque el 27 de septiembre el voto independentista catalán llegara al ochenta por ciento de los ciudadanos censados en Catalunya, no habrá independencia. Ni siquiera Más y sus colaboradores se animarán a hacer una declaración testimonial y unilateral de “desconexión”.  Saben de sobra que dicho gesto les dejaría fuera de la “clase” política y para pasar a la clandestinidad no están preparados. Sería un salto en el vacío dejar de chupar la teta del pujolismo y largarse al monte con lo frio que estará por ahí. Cualquier insinuación soberanista si fuera el caso,  la harán después de las elecciones generales. Y en el supuesto que formara gobierno Rajoy merced al miedo de que España se rompa, éste ya buscará un remedio tipo cupo vasco, con otro nombre, para contentar al empresariado convergente; la reforma laboral ya está hecha y los recortes ya se quedan. Si sale una tercera vía nos entretendremos para buscarle algún contenido al federalismo, ideas no hay.  Otra cosa, ya más preocupante, será el efecto que estas elecciones produzca sobre la población ilusionada cuando a los ilusionistas se les vean  los trucos. Habrá posiblemente un fraccionamiento entre los unionistas y los separatistas, que será la conclusión perfecta para los instigadores de ahora que en un santiamén se convertirán en apaciguadores emocionales. Éstos siempre ganan, es su forma de permanecer activos en el mercado de las patrias. Las patrias se pueden achicar o agrandar según las circunstancias. Si resulta que la patria chica (la única) no se concreta en las sinceras ansias de conformarla con arreglo a la justicia social, la igualdad, la fraternidad y a la guerra sin cuartel contra la corrupción, acudirán a restañar a la patria grande (también la única) con las mismas finalidades, especialmente la justicia social, que sin duda a los líderes patriotas es lo que les mueve; honrados ya son. Lo de la corrupción, las comisiones, los contratos públicos amañados, los enchufes de amigos, familiares y jueces, simplemente son pecaditos veniales, excepciones, y descuidos sin importancia. Estas pequeñeces nunca jamás puede deslucir el sentimiento patriótico que está por encima de todo. Las gentes tienen que elevar sus sentimientos y convicciones más allá de esas faltas de poca monta. La patria es lo primero, una vez conquistada la patria lo demás se irá acomodando, y además ya tenemos a los líderes idóneos para este cometido. Y al personal de a pie guarecido bajo la bandera, en plena disposición a escupir la bandera de los otros, si es distinta. Luego, patria o muerte, puede venir.      

Barcelona a 14 de septiembre del 2015, RRCH.

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