Aunque el 27 de septiembre el
voto independentista catalán llegara al ochenta por ciento de los ciudadanos
censados en Catalunya, no habrá independencia. Ni siquiera Más y sus
colaboradores se animarán a hacer una declaración testimonial y unilateral de “desconexión”.
Saben de sobra que dicho gesto les dejaría
fuera de la “clase” política y para
pasar a la clandestinidad no están preparados. Sería un salto en el vacío dejar
de chupar la teta del pujolismo y largarse
al monte con lo frio que estará por ahí. Cualquier insinuación soberanista si
fuera el caso, la harán después de las
elecciones generales. Y en el supuesto que formara gobierno Rajoy merced al miedo
de que España se rompa, éste ya buscará un remedio tipo cupo vasco, con otro
nombre, para contentar al empresariado convergente; la reforma laboral ya está
hecha y los recortes ya se quedan. Si sale una tercera vía nos entretendremos
para buscarle algún contenido al federalismo, ideas no hay. Otra cosa, ya más preocupante, será el efecto
que estas elecciones produzca sobre la población ilusionada cuando a los ilusionistas
se les vean los trucos. Habrá
posiblemente un fraccionamiento entre los unionistas y los separatistas, que
será la conclusión perfecta para los instigadores de ahora que en un santiamén se
convertirán en apaciguadores emocionales. Éstos siempre ganan, es su forma de
permanecer activos en el mercado de las patrias. Las patrias se pueden achicar
o agrandar según las circunstancias. Si resulta que la patria chica (la única)
no se concreta en las sinceras ansias
de conformarla con arreglo a la justicia social, la igualdad, la fraternidad y
a la guerra sin cuartel contra la corrupción, acudirán a restañar a la patria
grande (también la única) con las mismas finalidades, especialmente la justicia
social, que sin duda a los líderes patriotas es lo que les mueve; honrados ya
son. Lo de la corrupción, las comisiones, los contratos públicos amañados, los
enchufes de amigos, familiares y jueces, simplemente son pecaditos veniales,
excepciones, y descuidos sin importancia. Estas pequeñeces nunca jamás puede
deslucir el sentimiento patriótico que está por encima de todo. Las gentes
tienen que elevar sus sentimientos y convicciones más allá de esas faltas de
poca monta. La patria es lo primero, una vez conquistada la patria lo demás se
irá acomodando, y además ya tenemos a los líderes idóneos para este cometido. Y
al personal de a pie guarecido bajo la bandera, en plena disposición a escupir
la bandera de los otros, si es distinta. Luego, patria o muerte, puede venir.
Barcelona a 14 de septiembre
del 2015, RRCH.
No hay comentarios:
Publicar un comentario