Se ha dicho mucho sobre que los seres
humanos persiguen la felicidad, y mucho también sobre los métodos y formas de
conseguirla. Y posiblemente los sabios contemporáneos han descubierto como
hallar tan preciado bien de la forma más sencilla. Se trata precisamente de
eliminar toda actividad intelectual que antaño se creía un buen método para la
consecución del equilibrio emocional, que al parecer también es un concepto erróneo
dado que el desequilibrio es lo placentero. Se dice que los bebés humanos solo
son consciente de la existencia de su cara, de forma que tapándosela con las
manos ya se creen invisibles, aunque solo se tapen los ojos y se les vea el resto del cuerpo. Pues eso. Se trata de
conseguir voluntariamente la inutilidad de la capacidad pensante, de forma que
los sentidos produzcan placer sin acceder a la conciencia. Lo importante es
conseguir ignorar la realidad. Para ello se han utilizado diversos métodos y
sustancias de autoayuda, como las drogas alucinógenas que trasmutan la realidad
auténtica en otra más dulce y
satisfactoria. Lo malo es que para permanecer más tiempo en esa realidad ilusoria
cada vez se necesita una dosis mayor para vencer la resistencia de la
conciencia. Dicen que tales sustancias químicas producen un deterioro físico
irreversible a medio plazo, pero podría ser, por lo que se está viendo, que la
verdadera acción transformadora se produce en el estado emocional del sujeto.
Ahora mismo se ha introducido una cosa que se le ha dado en llamar realidad
aumentada, de forma que a la realidad auténtica se añaden unas cositas que se
llaman pokémon, y los practicantes del
jueguecito van persiguiendo la cosita por todos lados con un telefonillo en la
mano. Ellos saben perfectamente que lo que hacen es una auténtica bobada, pero
se entretienen y mientras tanto se sumergen en una pseudo-realidad más divertida, de forma y manera que pueden
inhibirse de su problemática verdadera. Las miserias sigue estando, pero ellos
creen que la esquivan, y de eso se trata. Paralelamente nuestros supuestos representantes
políticos en connivencia con los auténticos poderes económicos que les manejan,
nos presentan la “realidad” que tenemos que conservar y/o modificar de
conformidad a sus postulados, y que aceptamos por comodidad. Así como
representados, mediante la delegación incondicional de nuestros destinos, nos
centramos en el goce de nuestros sentidos con la realidad aumentada o virtual.
Un éxito incuestionable del invento, aunque posiblemente sea necesario
satisfacer el pronto requerimiento de dosis más potentes, que seguramente las
nuevas tecnologías nos las proporcionará, salvo que por sobredosis acabemos no
viendo la realidad auténtica si ésta se hace mayoritaria, y seamos incapaces de
esquivarla rompiéndonos los morros contra un muro. Porque el muro sigue estando
ahí y si no lo vemos no es responsabilidad de él.
Barcelona
a 20 de Julio del 2016.- Ruben Romero de Chiarla.