A la pobre ministra de Justicia Dolores
Delgado le han sacado una grabación de una conversación en la que ella hace diez
años dijo, que el actual ministro del Interior Sr. Grande-Marlaska es un “maricón”
y que en un viaje a Colombia se encontró con magistrados del Tribunal Supremo con
chicas menores de edad y que le dijeron que eran camareras y les había dado
lástima.
Bueno, podía haber dicho que
efectivamente se refirió a Grande-Marlaska como maricón refiriéndose a su
condición sexual de homosexual declarado, que lo hizo en sentido peyorativo en conversación
desenfadada en una comida, que en aquel momento no tenía gran estima por el Sr.
Grande-Marlaska, que no lo conocía mucho y que ahora que sí conoce bien se
arrepiente de haber dicho tal cosa y le pide disculpas públicamente. Con
respecto a los jueces en Colombia es verdad que lo dijo y lo que dijo también
es verdad. Claro si le preguntaran, que le preguntarían, quiénes eran esos
jueces, diría que como no lo dijo en aquella conversación de hace diez años, no
lo va a decir ahora, especialmente porque igual la excusa que le pusieron era
la verdad y ella se equivocó en la suspicacia de su conclusión, porque efectivamente
en aquel entonces pensó que aquellos jueces eran unos degenerados que
intentaban mantener relaciones sexuales con las chicas. Con respecto a la
reunión mantenida con el Sr. Villarejo, solo decir que se vio con él en varias
ocasiones y que en aquél entonces esta persona gozaba de completa honorabilidad,
dado que se conoció su presunta implicación criminal años después. Y punto.
Pero no, la muchacha lo primero que dijo
es que nunca se había encontrado con el Sr. Villarejo, luego que no con el Sr.
Villarejo abogado, y luego que solo tres veces; y que no dijo lo de maricón
refiriéndose a la condición sexual de Grande-Marlaska. Una pena…
Y más pena dan los personajes públicos en
activo, que cuando le preguntan sobre la relación antigua con un corrupto dicen
que no le conocieron. Claro que le conocieron; claro, si resulta que las
personas hoy descubiertas como corruptas, antes eran personas ejemplares a las
cuales todos querían ser amigos por los cargos públicos o privados de primera línea
que ocupaban, la capacidad que tenían en resolver problemas, poner en contacto
gentes importantes y hacer recomendaciones, eran personas ejemplares, de
conducta intachables, famosos, exitosos, y de obligado conocimiento para quien
quería llegar a ser “alguien”. Precisamente se hicieron corruptos por los
cargos que ocupaban, por esa capacidad de conexión e influencia, y su fama en círculos
concretos con lo que se creyeron impunes. Y naturalmente, los que les bailaron
el agua y fueron con ellos a comidas en restaurantes de postín, no son todos
corruptos.
Pero cuando hay tanto pudor para no decir
la verdad y ésta sale, se pierde la credibilidad para ser ministra como para
ser fiscal.
¿Por qué no probar a decir la verdad?
Barcelona a
26 de septiembre del 2018.- RRCh