martes, 18 de diciembre de 2018

Qué es populismo y qué no.


Como primera aproximación parecería que el populismo no es otra cosa que el resultado de inocular en la gente una serie de ideas simples que se visualicen rápidamente como hirientes, predestinadas a configurar el grueso de las víctimas. Luego se incentivan los agravios con reiteraciones grandilocuentes estresante para convertir tales ideas en la esencia de la lucha por la salvación. Los configuradores del elenco de agravios serán los salvadores naturales de los agraviados Para conseguir la salvación se necesitan dos elementos sustanciales: una amenaza y unos salvadores. Situada la amenaza en un escenario amplio con razones simples, las falsedades de la creación se van adaptando a la realidad inventada a medida que los medios de lucha para enfrentar los presuntos agravios vayan fracasando, puesto que la condición de víctima de los amenazados genera un efecto aglutinante y de lealtad ante los líderes salvadores. El populismo no es ni de izquierda ni de derechas, porque no es una acción política, sino apolítica cuando no contraria a la política, al menos hasta que se consigue un banco en el Congreso de los Diputados. El ejercicio de la política presupone que, sobre la base de una serie de ideas de transformación social de futuro, estructuradas sobre un presente suficientemente analizado, se intenta seducir al electorado para conseguir el apoyo que al inicio no tiene, y con tales sustentos construir una realidad más próspera para la mayoría. El populismo es lo contrario: se apoya en un clamor previamente popularizado de desafección y se les propone conducirlo en contra de la política, de forma que el montón de víctimas preconstituidas rompan lo existente sin propósito manifiesto de construir nada nuevo ni mejor. La construcción del ideario para lograr un conglomerado amplio de victimizados, se fabrica en base a ideas-fuerza simples y generalmente falsas: España nos roba; la Unión Europea lesiona la soberanía de nuestro Estado; los inmigrantes nos quitan nuestro trabajo y corrompen nuestra cultura; nosotros primeros; la patria es nuestra; no se respetan nuestros símbolos; la culpa es de la casta. Aunque la máxima idea/fuerza/simple es: ellos son fascistas. Hoy por hoy la máxima competencia reaccionaria es la mutua atribución de la condición de fascista al otro, de manera que ya todos somos fascistas, en tanto que para nosotros los contrarios son fascista y para nuestros contrarios fascista somos nosotros. Si resulta que aquello de que España nos roba ya no encaja muy bien en las cuentas, por las empresas que se fueron y las que dejan de venir, pero haciendo de la necesidad virtud -aprovechando el fracaso para nuestras víctimas-, ahora tenemos presos políticos, puesto que los políticos presos son los del PP (fascistas) y del PSOE (fascistas) y ahí los tribunales de justicias lo hicieron bien, aunque no en nuestro caso porque son fascistas. Si resulta que ya la casta no está tan mal vista desde que tenemos chalet y podemos criar a los hijos fuera de barrios conflictivos, ahora tenemos que vencer al fascismo que es lo importante y aprobar los presupuestos de los de la cal viva, y las tonterías dichas antes para que nos votaran ya no las compartimos y lo de Venezuela es nefasto (de momento Maduro no es fascista, todavía). Igual los inmigrantes no nos quitan tanto el trabajo, ya que eso de trabajar bajo plástico tampoco es muy atractivo para los españoles y resulta que tenemos más españoles que se mueren de viejo que niños que nacen; lo de las expulsiones a sus lugares de origen ya no es tan buena idea porque no sabemos cuáles son los lugares de origen; a nuestros viejos hay que cuidarles, las casas hay que limpiarlas, recoger las frutas de los árboles, barrer las calles, trabajar en el campo y en los bares,   y los emigrantes lo hacen barato y se enferman poco, pero bueno… Nuestra bandera y nuestro himno son sagrados, los del vecino una mierda. Lo de la independencia fue simbólico, no teníamos intención, y no sabemos por qué tenemos presos políticos; bueno sí, porque ellos son fascistas. Los británicos ya pueden ser independientes de Europa, pero igual ahora, no es buena cosa, y los italianos han modulado sus presupuestos para ser buenos chicos y que Europa los acepte y que la prima de riesgo no les arruine con los intereses. Los comités de defensa de la república son buenos chicos, rompen cosas y cortan vías y autopistas, pero no son violentos;  los que se sienten incómodos de tanta no-violencia amarillista son fascistas. Ahora el fascismo se ha convertido en la medida de todas las cosas y combatirlo es la tarea más sublime. Bueno, COMBATIRNOS es lo más popular; pero eso sí, que sea de lunes a viernes a medio día, no fastidien el fin de semana ni las vacaciones.

 Barcelona a 18 de diciembre del 2018. RRCH

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