El próximo domingo más que unas elecciones
parlamentarias será un referéndum sobre nacionalismos. El extremo final de todo
nacionalismo es el fascismo, fascismo español, fascismo catalán y los que se
apunten. Las formaciones de izquierda que tenemos, si es que queda alguna con esencias
escondidas de internacionalismo, han actuado y actúan como si no fuera con ellos.
Creen que ocultado la cabeza bajo el ala y asustando con que viene la extrema
derecha ya es suficiente, y que puedan seguir compadreando con referéndum. Es
visible para quien quiera ver, que el nacionalismo catalán y el español se
fundamentan en mentiras en idéntica intensidad, que si no se rebaten como no se
están rebatiendo calan en le emocionalidad de la gente. Que diga Vox que las Comunidades
Autónomas de la España actual están desangrado la economía de la patria, es igual
a aquello de que España nos roba de los separatistas catalanes. Decir que la
inmigración está destruyendo nuestra cultura por parte de los patriotas españoles
es lo mismo que dicen los separatistas catalanes en relación con los castellanoparlantes
de Cataluña, a los que por supuesto no consideran catalanes. Las agresiones que
pueden estar sufriendo emigrantes en España por nacionalistas españoles es igual
a las agresiones que sufren los castellanoparlantes no separatistas en Cataluña.
Las banderas y los pendones fueron inventadas para distinguir en contienda a quienes
se han de respetar (los nuestros) y a quienes se han de combatir (los otros).
Entre los nuestros y los otros, estamos nosotros, con las mismas miserias, las mismas
ilusiones, las misma buenas intenciones y las mismas brutalidades. El
nacionalismo es el enemigo principal de la racionalidad, de la solidaridad y de
la empatía, convierte a los otros en un objeto a abatir, en enemigo, los deshumaniza,
pero a su vez genera una falsa sensación de protección de los nuestros:
nosotros sin ellos seremos más libres, más ricos y felices. La izquierda no ha
sabido o no ha querido propiciar la unión entre las personas desde que abandonó
sin alternativa la lucha de clases, y entraron como auténticos idiotas en la
lucha de banderas, y cuánto más se adentran en sus prejuicios de superioridad
moral, más credibilidad pierden. Están entendiendo o dando a entender que la democracia
es un sistema político en que todo vale al margen de las leyes que democráticamente
nos hemos dado, y que todo se solventa con referéndum y no advierten los imbéciles
que los referéndums parten lo que no se debe partir, porque con las divisiones
siempre gana el fascismo. Si aceptamos como solución hacer un referéndum de
independencia en Cataluña para separar en dos bandos enfrentados a sus habitantes
y eso es lo democrático; será igual de democrático un referéndum para eliminar
las autonomías y/o ilegalizar a los partidos separatistas. Y muy desgraciadamente,
el próximo domingo se refrendarán ideas así. No solucionará nada y estaremos
bien divididos en dos Españas empatadas y empantanadas.
Barcelona a 6 de noviembre del 2019. RRCh
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