La afición al fútbol ha ido complementando, cuando no sustituyendo, a las religiones. Tal apasionamiento por los chicos que se enredan en una pelota dentro de un campito se ha convertido en una adormidera social tan eficaz como la que fue el opio del pueblo. Miles y millones de infelices babean ante los eventos, y hasta se rompen la cara entre ellos si la ocasión lo exige. Los muchachos que practican con buen tino este deporte son los magnates admirados de una parte importante de nuestra juventud, y de muchos padres y madres de familia. No suelen destacar por sus virtudes intelectivas, o destacan precisamente por no tenerlas, lo que sirve de consuelo a muchos que además carecen de ingresos y aguantan acariciando el sueño de ser un Messi, un Ronaldo o un Neymar; que lo sea su hijo o su hija chape a uno de ellos. Éstos millonarios en dinero, no se apartan mucho de la condición de caballos de carrera, o de esclavos al servicio de señores a cuerpo y tiempo completo, pero eso sí, disfrutan de la admiración de sus forofos, con su coches de lujo y con la posesión mientras tanto de mujeres de buen ver que suelen carecer -exceptuando su formas-, de lo mismo que los protagonistas y sus aficionados.
Entorno a ese circo de pasiones, colores, gritos, grescas y hasta patrioterismo a tiempo parcial, se mueve una fauna de señores y señoras que mediante comisiones y mordidas amasan y esconden fortunas indecentes; a costa de la venta de camisetas a la hinchada que las compran aunque dejen de comer, y de la publicidad que pagan las televisiones y las empresas para vender cualquier cosa; que venden.
Al Sr. Del Nido, abogado de reconocido prestigio entre los suyos, al descubrírsele que era amigo de lo ajeno le acabaron condenando a más de siete años de prisión, y como ve cerca su entrada a la trena se está trabajando la consecución de un indulto, y para lubricar el proyecto ha conseguido que sus colegas presidentes de diversos clubes de fútbol como él, firmaran un papel de recomendación para el consejo de ministros. Al parecer sus primus inter pares están sensibilizados con el tremendo sufrimiento que tendría la familia del reo delincuente, si éste acaba encerrado. Resulta curioso cómo sensibilizan los intereses corporativos de “uno de los nuestros” y lo poco que lo hacen en relación a los otros. Estamos llegando a un punto, en que se está normalizando tanto esto de ser corrupto, corrompido y desorejado, que si no le ponemos freno se convertirá en su signo de distinción, acabará valiendo más que un título nobiliario. Y hasta podría ser que se creara el de Duque Minuta Falluta, o el de Conde Barcino FCB. Y la gran mayoría con cara de gilipollas esperando que escampe…
Barcelona a 25 de enero del 2014 año de la luz. RRCH
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