viernes, 18 de marzo de 2016

Discurso de investidura, posiblemente deseado.


 
Ya  subiendo a la tarima iba escudriñando el entorno. Cuando se puso, invirtió más de un minuto en otear todo y a todos. Y dijo:

          Buenas, señoras y señores, ¿qué tal? Bueno, quiero decir señorías. Estaba mirando lo bien que está esto visto desde aquí. Todo es muy confortable, el edificio es impresionante, los pasillos, los baños, las personas uniformadas que nos asisten, tenemos hasta bar-restaurante con precios económicos. Es un lujo, calentito si hace frio y fresquito si hace calor. Un lujo. La gente que nos votaron a todos los que estamos aquí para que les representemos, nos han mandado a un lugar muy agradable, y  eso ya es de agradecer, más aún si encima nos pagan un salario superior a la media de lo que ellos cobran en circunstancias a veces penosas.

           Como ellos me pusieron aquí, me vestí, para estar presentable como lo hago cuando asisto a un bautizo o a una boda de amigos.

          De muchacho aprendí, que si no conocemos nuestra propia historia, la de nuestro país y del mundo que nos circunda, estamos condenados a repetir las mismas metidas de pata que hicieron nuestros antecesores, y que con ellas hemos sufrido todos en distintas proporciones, Nos hemos desangrado unos a otros.

          Pero no voy a repetirles lo que conozco de la historia, eso cada cual deberá aprenderlo por su cuenta, ya somos mayores, y  si lo hiciera yo, no nos pondríamos de acuerdo en la valoración de los hechos y solo serviría para separarnos situándonos en grupos de rincones enfrentados. Creo que aquí estamos para gestionar el presente proyectando al futuro reglas razonables que nos permitan evitar todo aquello que entre todos con mayor o menor responsabilidad hemos hecho rematadamente mal.

          Tenemos una constitución, que por ser la ley que está por encima de todas las demás, hemos de respetar tanto si nos gusta como si no. Son reglas que nos dimos o que nos vino dada pero mientras no hagamos otra no hay más remedio que hacerla servir Esa ley suprema ya prevé cómo modificarla en lo que no nos conviene porque se nos ha quedado vieja como instrumento para solventar problemas nuevo. Y no tenemos más remedio que entre todos arreglarla. La que tenemos es bastante rígida para los cambios. Y según se mire, puede ser un mal o un bien. Si la constitución se pudiera modificar con mayorías simples, podría ser que desde 1978 hasta hoy hubiéramos tenido tanta como leyes de educación de la que hemos tenido varias y ninguna satisface a todos, cada partido que adquiriera una mayoría haría una constitución nueva a su gusto. Pero al fin y al cabo tenemos la constitución  que tenemos, y es la que tenemos y no otra la que hemos de reformar o mantener.

          La podemos arreglar tanto, que acabada no la conozca ni la madre que parió. Quizás fuera lo mejor, por tanto tendremos que hacer el presupuesto del coste del derribo y del coste de la reforma. Aunque sea un poco más complejo, se parece a cuando unos hijos heredan la casa de los padres, se tiene que reunir para decidir si tiran la casa para hacer en el mismo solar otra nueva o varias más pequeñas si el terreno da de sí, o si mantienen la estructura y todo lo que está en buen estado, y le hacen una reforma para adecuarla a las necesidades de todos. No es fácil decidir esto, y en ocasiones más que los deseos de cada cual, la solución resulta forzada por las circunstancias, especialmente  el coste y el tiempo. Hacer la casa nueva cuesta más: derribo de la vieja, diseño de la nueva. Tirarla es fácil, pero ponernos de acuerdo en el diseño ya es un problema antes de empezar, algunos querrán estilo moderno, otros que sea  clásico, unos con ventanales hasta el suelo, otros solo a media pared para echarle más muebles, y luego viene el coste de las obras, el tiempo que se tardará en hacerla y los incidentes en la ejecución, discusiones, modificaciones sobre modificaciones; y que mientras tanto no se tiene casa. ¿Y cómo quedará?

          Por ejemplo en nuestro país hay gente, y no poca, que quiere repartir el terreno y hacerse una casita para ellos separados del resto. La constitución esto no lo deja hacer, no da permiso. Nos dice que el terreno de España es indivisible, que nos podemos arreglar en autonomías o regiones pero manteniendo la solidaridad entre todo. A mí me parece mejor eso de compartir en solidaridad, pero tampoco creo que tenga que obligarles a que estén incómodos, aunque siempre trataré de convencerles que es mejor estar juntos a que en grupitos empecemos a hacer rancho aparte. Pero si no les convencemos no está bien que les obliguemos a vivir con incomodidad. Y esa parte de la constitución podríamos arreglarla, de manera que si a los que creen que es bueno para ellos hacer rancho aparte, puedan votar entre ellos y si ganan, ganan. Eso sí, la suma de votos de los que quieren separarse tienes que ser al menos la mitad más uno de los que viven en esas parcelas. Lo de apartarse ha de ser apoyado por  mayoría absoluta del censo electoral, no vale con la mayoría de los que votan, puesto que los que no votan no parecerá que estén muy motivados para hacer rancho aparte. Y, si esto no os vale, podemos hacer que en esas votaciones votar sea obligatorio, para que los distraídos y comodones no permitan que los que sí están activados se atribuyan su representación. Esto es una cosa que habremos de arreglar pronto.

   Hemos de resolver ya lo de la corrupción, nuestra corrupción. Y es nuestra la corrupción porque con distintas proporciones de responsabilidades  todos nosotros en alguna medida hemos participado aunque solo sea cerrando la boca o haciendo la vista gorda.  Es indudable que los que más han hecho para que esta inmundicia sea un problema gravísimo, son o somos, los que han o hemos estado en el poder estatal, autonómico o municipal.  Y estar en el poder no es otra cosa que el resultado del apoyo de la gente que vota, que somos todos. Para en el futuro evitar esa violación a los intereses generales; para evitar ese sentimiento de impunidad que embarga a los corruptos que cuando se les pillan se hacen los bobos y demasiadas veces pasando por bobos se salvan del castigo que se merecen, castigo que cuando se les impone tampoco parece suficiente para que los demás vean que no es rentable ser un corrompido. Tendremos que arreglarlo, y se me ocurre que por ejemplo, todos los responsable de delitos que tienen que ver con la corrupción, no tengan el favor de que se les perdone si la pena es de un par de años de cárcel, ni que se les pueda indultar, ni que salgan de la cárcel antes por permisos o buena conducta. Esos generalmente no tienen antecedentes penales, son educados, tiene buenas maneras, saben de leyes y cómo esquivarlas. Esos delitos, como al abuso sexual a los niños, igual que los de lesa humanidad, no deben prescribir nunca, y los de corrupción cuando los corruptos mueran la responsabilidad civil debe perseguir a su herencia, no puede ser que se mueran y dejen millonarios a sus hijos a costa de lo que le han robado de los hijos de los demás. Las penas se han de incrementar en proporción al daño de la violación social. No creo que ninguna de vosotros esté en contra de lo que os propongo, y si lo están, será bueno  contrastarlo, por si tienen razón.

          Bien que podríamos introducir en el Código Penal el delito de enriquecimiento ilícito, de forma que aprovechando todos los medios informáticos que tenemos, se puede contrastar lo declarado en el impuesto de la persona física y  el de sucesiones como ingresos, con  lo que con tales ingresos declarados el investigado ha acumulado en patrimonio y gastos. No puede ser que si ha declarado ingresos por 10 consiga un patrimonio de 11 y ya no digamos de 20. ¿Qué les parece? Podríamos modificar las leyes de forma y manera que aquel español que prefiera tener el dinero en país extranjero podamos suspenderte la nacionalidad española hasta que reintegre sus dineros y patrimonio a la patria; esta gente son muy patriotas. ¿Qué les parece?

          Tenemos gente nuestra que lo está pasando muy mal, están jodidos, muy jodidos. Y tenemos gente nuestra que está muy bien, que les sobra. De los que están jodidos algunos puede ser que se lo merezca, porque han intentado subir saltando los escalones de cuatro en cuatro y desfallecieron por no medir previamente sus fuerza, y otro que también se lo merecen por haberse creído que todo el campo es orégano y que cuando se acaba el estado proveerá. De los que están sobrados algunos se lo merece porque han sabido hacer las cosas, se han esforzado y no han tirado manteca al techo. Pero se me antoja que la gran mayoría de los nuestros que están jodidos, lo están porque los que están sobrados se han pasado de ingeniería financiera, de apaños fiscales para contribuir menos, y de aprovecharse de la gente trabajadora que no puede elegir dónde  mejor invertir su sudor porque los que están dispuestos a contratarles ya entre ellos han coordinado ofrecerles salarios miserables. Y la corrupción ha dejado a muchos sobrados y a muchos más con el culo al aire.

          Hemos de defender la igualdad de género, y hemos de hacerlo de verdad. Por ejemplo igualando los periodos de licencia cuando se tiene un hijo. Si los hijos son del padre y de la madre, hemos de darles la misma oportunidad y obligación en semanas de licencia, al padre y a la madre. Si se puede las primeras 16 semanas para la madre y las siguientes 16 semanas para el padre, y si no podemos, las 8 primeras para  la madre y las 8 siguientes para el padre. Con ello conseguiremos que nuestras mujeres entre los 25 y los 40 años no sean discriminadas a la hora de ser contratadas y ascender en sus puestos. ¿Qué les parece? Tendremos que empezar a ver que lo de tener hijos y cuidarlos no es un problema sino una ventaja, y hemos de establecer asignaciones por hijos hasta los 18 años, tengan sus padres trabajo o estén en el paro, aunque excluyamos a los que están sobrados. En las separaciones y divorcios de los matrimonios o parejas de hechos, la norma ha de ser –salvo convenio-, la guarda y custodia compartida, con semanas alternas y que la semana que los hijos vivan con la madre sea el padre el que les lleve al colegio, médico y se encargue de las actividades extraescolares de los hijos, y cuando vivan con el padre lo mismo lo haga la madre. Así los hijos verán a sus dos progenitores todos los días y éstos deberán vivir separados pero próximos uno de otro. La guarda y custodia exclusiva de favor de uno de los progenitores, que solo pueda ser por inhabilitación judicial del que no la tiene, ya sea por la comisión de delitos, por padecer enfermedades que le imposibiliten, haber sido condenando por malos tratos en el ámbito familiar después de haberse constituido la pareja que se separa, por tener adicciones severas a drogas, alcohol, o conductas públicamente infamantes judicialmente declaradas como perniciosas para la buena crianza de los hijos.  La adjudicación de la vivienda ha de ser por un máximo de cuatro años, y cuando se venda o se adjudique en propiedad a uno u otro, se compensen en el reparto del precio o del remanente los pagos que sobre la vivienda uno hizo a favor del otro. Por supuesto que debemos castigar severamente a la violencia de género, sin dudas. Pero también hemos de combatir la desigualdad entre género que es, en gran parte, lo que genera la violencia. No podemos pretender que si seguimos repartiendo las funciones familiares atribuyéndole a la mujer la tarea esencial de cuidar de la familia y su desarrollo personal y profesional como una ayuda, y al hombre la función primordial de aportar a la familia los ingresos económicos y con el tiempo que le sobre ayudar en casa; no podemos pretender decía,  que cuando la pareja se rompa no surja el conflicto básico consistente en que la mujer se siente víctima económica de hombre y el hombre víctima de la mujer en su posición emocional con los hijos, y ni uno ni otro pueda rehacer su vida desvinculados entre sí y vinculados razonablemente en sus respectivas posiciones de progenitores de sus hijos

          Deberíamos meterle una F en alguna para al INEM y convertirlo en el Instituto Nacional de Formación para el Empleo, de manera que las personas en desempleo acudan 40 horas a la semana en horario de trabajo a formarse, con un mes de vacaciones al año. Así conseguiríamos que no pierdan la autoestima, ni él hábito de servir, y además podamos aprovechar su experiencia y ganas. No podemos aceptar que hombres y mujeres con 40 o 50 años deban quedarse en sus casas comiéndose las uñas y haciendo cola para sellar un papel de vez en cuando y recibir una prestación de subsistencia. Esto lo podemos hacer por ejemplo modificando las leyes mercantiles en los concursos de forma que cuando una empresa quebrada venda dentro de una quiebra su unidad productiva, unos días después de la subasta el INEM con F pueda adquirirla por el mimo precio –generalmente muy bajo-  como centro de formación. De manera que los profesores, maestros, oficiales y prácticos que están en paro pueden enseñar y dirigir a los jóvenes que también están en paro. Formarles también para constituir cooperativas y empresas con el apoyo del INSTITUTO NACIONAL DE CRÉDITO con préstamos más blandos, pero nunca a fondo perdido dado que todos hemos de saber lo que vale un peine.

          Deberíamos, proteger la sindicación de los trabajadores, empezando por quitarles todas y cada una de las subvenciones a los sindicatos, y que los liberados sindicales no puedan están liberados más de 4 años consecutivos, debiendo volver a su empleo activo y mantenerse en él 4 años más antes de ser nuevamente elegidos. No puede ser que los sindicados estén subvencionados por los gobierno y hayan sindicalistas en puesto de dirección 15 o 20 años, en ese tiempo olvida su periodo de trabajador, se acomoda a las vicisitudes del mando y a las prerrogativas políticas, y los que reamente trabajan no se sienten defendidos porque no lo son. Así como están los sindicatos ahora  se convierten en un fin en sí mismo y dejan de ser un medio para la defensa de los intereses de los trabajadores. Los sindicatos deben nutrirse de las cuotas aportadas por los trabajadores y esas cuotas pueden ser deducidas del IRPF que paga el trabajador. Los sindicatos deben convencer a sus defendidos y no a los políticos que deciden subvencionarles. ¿Qué les parece?

          Lo mismo con las organizaciones de empresarios, y con los partidos políticos. Nada de subvenciones, y las donaciones y cuotas a partidos políticos siempre debes proceder de personas físicas, nunca de personas jurídicas. Si las personas físicas, sabiendo que existe el delito de enriquecimiento ilícito hacen donaciones cuantiosas que eso salga de su peculio particular no de las empresas. Si salen de las empresas siempre pueden ir a comisiones por contratos públicos, si salen de las personas físicas también pueden ir con igual interés, pero al menos tenemos identificado a quienes, y que ese dinero sale de la acumulación personal de alguien concreto,  y que no se puede escudar que firmó sin saber qué. ¿Qué les parece?

          Hemos de introducir la obligación que los partidos políticos se nutran de líderes elegidos directamente por sus afiliados y simpatizantes y que no puedan permanecer en ningún cargo de decisión más de 8 años, para así permitir la renovación e impedir la profesionalización de la política. Ser representante de la ciudadanía no ha de ser un fin en sí mismo sino un periodo de servicio público donde sus servidores sean compensados más que con un sueldo, que también, con el honor de representar. Sería deseable que existiera en cada partido político un estructura de control de los asuntos internos, una suerte de defensor del votante, que con facultades de fiscalización autónoma y ejecutiva controlara tanto el buen hacer interno de su organización como el externo de sus candidatos electos cuando ocupan una plaza en las instituciones públicas. Sería buena cosas que los votantes, simpatizantes, empleados y funcionarios tuvieran un cause seguro de denuncia de todo aquello que le huela a podrido, y que todas y cada una de tales denuncias sean investigadas con objetividad, celeridad y transparencia; y naturalmente que se hicieran públicas. Hoy por hoy ninguna formación política, ni las nuevas ni las antiguas han planteado tal medida. Tenemos una institución con un nombre precioso que incluso se puso en la Constitución: el Defensor del Pueblo; pero este organismo no defiende nada, solo hace informes sin ninguna potestad ejecutiva; informes  que nadie escucha y si lo oyen no le hacen caso porque pueden no hacerle caso. Por tanto el Defensor del Pueblo ya es una institución amortizada que bien podría suprimirse, o, y esta es mi propuesta que centralice y dirija con poder sancionador todo lo que antes he dicho.

          Debemos proteger a nuestros empresarios y a nuestras empresas, empezando porque acceda al Registro Mercantil las compraventas de acciones o participaciones. Poner períodos de carencia a las empresas para tener contratos públicos, de manera que no sean siempre las mismas, ni que los mismos socios puedan hacer empresas paralelas para seguir siendo las mismas personas con distintos nombre societarios. Las inhabilitaciones para administrar empresas, deben extenderse a la inhabilitación para ser socio, y así eliminamos a los administradores de hecho. Debemos prohibir que desde los subsecretarios de estado hasta el presidente del gobierno después de dejar sus respectivos cargos puedan  acceder al menos por 10 años a cualquier puesto de cualquier empresa del IBEX 35. Debemos suprimir deducciones en el impuesto de sociedades, y añadir otras, por ejemplo deducciones por los puestos de trabajo creados y mantenidos,  y por los sistemas de conciliación familiar introducidos, premiar con deducciones fiscales a las empresas que consigan la paridad en número de empleos, calidad en los cargos y salarios entre hombre y mujeres.

          Para acabar con los desahucios, en la medida que se pueda, el Estado ha de poder adquirir las hipotecas de los bancos negociando quitas al menos en los intereses acumulados, refinanciarla a plazos más largos  a las personas que no pueden hacer frente a la cuota, siempre que estas personas asistan con regularidad a los talleres y escuelas de formación del INEM con F si están en paro, y si no lo están que paguen en proporción a sus ingresos.

          Debemos conseguir la despolitización de la justicia, consolidar un Poder Judicial con verdadero poder. Y para ello debemos nombrar en elecciones directas de los ciudadanos a los componentes del Consejo General del Poder Judicial de la misma manera que elegimos al Congreso de los Diputados, y sin que los candidatos hayan tenido puestos en partidos políticos o en la administración por designación política. Darle poder a los jueces sin presiones políticas no implica dejarles hacer los que le da la gana con su independencia. Cierto que han de ser independientes pero eso implica responsabilidad. No puede ser que una persona que comienza a estudiar a los 4 o 5 años a los 23 o 25 sea juez con el único esfuerzo, -que es mucho aunque más que probablemente  ineficiente- que hacer unas oposiciones consistente en cantar temas de memoria, con buena entonación y en el tiempo adecuado, y que cuando aprueba no sepa o no quiera entender a la persona sobre la que ha de impartir justicia, y pueda decidir sobre su libertad, su familia y su patrimonio. Ser juez es cosa seria, el último recurso del ciudadano, y el que esté allí además de saberse las leyes de memoria hasta que se las cambien, ha de tener un bagaje vital mínimo que le forme para la empatía. El que no entiende una mirada no entiende una explicación. Y la mejor manera para adquirir dicha formación es que antes y al menos por 4 o 5 años haya sido abogado de oficio y tenga oportunidad de ver en toda su extensión  los sufrimientos de los que tienen poco o nada. Del turno de oficio han de salir los jueces, y de paso conseguiríamos que las personas que no disponen de dinero para elegir abogados particulares tengan defensas razonables y responsables.

          Entiendo que nos hemos de centrar en la sustancia y no tanto en  adjetivos. Hemos de concentrarnos en ser más que en parecer.  Hemos de dejar de sobreestimar la imagen y darle sentido a los valores. Hemos de reconsiderar como muy valioso conceptos como el honor, la dignidad, el respeto por la palabra dada, la honestidad y la decencia. Hemos de salirnos de esa obsesión por parecer cosa distinta a la que somos. Hemos de ser capaces de adquirir un coche por sus prestaciones y en base a la utilización que le hemos de dar y no por la popularidad o el físico del que se le pone encima en el spot publicitario; comprar gel de ducha por el efecto que nos produce en nuestra piel y no por cómo se desplaza por los senos y las caderas o el torso y abdomen de la mujer o el hombre que nos hace la publicidad.

          Hemos de ser capaces de querernos como somos y superarnos a nosotros mismo, y no en función de cómo le cae la vestimenta al musculado que la promociona o como cruza las piernas al caminar la chica flaca que lo luce. Hemos de acostumbrarnos a no gastar todo el tiempo y el dinero en gimnasios, cirugía estética, aumento de bultos corporales, deducción de pellejos, y destinar tiempo e inversión en amueblarnos la cabeza; tiempo y dedicación para digerir la información que recibimos y para evacuar los desechos.

           Hemos de centrarnos en defender nuestras opiniones en sí mismas sin acudir a la estrategia fácil de atacar al emisor. Una idea, una propuesta o una opinión, puede ser muy buena aunque el que la exponga sea un canalla, y puede ser muy mala aunque la exponga una buena y sabia persona. Otra cosas será que él malo que propone buenas cosas sea capaz de ejecutarlas, pero eso se verá después, o no.

          Hemos de empezar a considerar las ideas, propuestas y opiniones de los demás por lo que son tales ideas, propuestas y opiniones, y no rechazarlas o aplaudirla dependiendo de la historia, procedencia, imagen,  sexo o acciones anteriores de la persona que las emite.  

          Hemos de empezar en algún momento a ser libres, trascendiendo el mero hecho de hacer uso de la libertad solo porque está ahí y hay que gastarla. ¿Qué les parece?

          Hemos de darle una salida a las ganas que tiene la ciudadanía de ser escuchado, de ser atendido, y que se les haga caso. Es posible conseguirlo utilizando para ello la red de internet, de forma que eliminando asesores se constituya un órgano vinculado al Parlamento que reciba estas voces, las agrupen por materia, publiquen el sentir de la gente, y den respuestas, respuesta no excusas, generar un dialogo continuo con argumentos de sentido común. Si somos capaces de gastarnos grandes cantidades de dinero en encuestas para saber cómo va el candidato, por qué no somos capaces de conocer de primera mano los problemas con la educación, las deficiencias de los planes de estudio, la incidencia de las drogas, los problemas con los bancos, las discrepancias en los impuestos, el malestar con el trato de los funcionarios, la desafección sindical.

          Es perfectamente viable congelar el sueldo a todos los funcionarios y hacer que los mejores ganen más. Se trata de que primemos la eficacia y el buen trato en el servicio a las personas. Claro que las primas por rendimiento no deben depender de la voluntad de los jefes, sino de la calificación que a cada funcionario le otorgue el administrado, el usuario, que es el que paga, que es el que espera, que es el que no entiende porque nada le explican; que es, en definitiva, al que en muchas más ocasiones de las deseadas se le hace sentir que molesta.    

          Hemos de comenzar a plantearnos entre todos como resolver la gravísima situación  de nuestros congéneres fuera de  Europa, de los emigrantes antes que se vean obligados en masa  a serlo, de los refugiados antes que se ven compelidos a huir de sus casas para salvar sus vidas. Nuestras democracias pueden resistir el recibimiento de cientos, de miles y quizás también de algunos cientos de miles, pero no resistirán la llegada de millones y menos si vienen juntos en períodos cortos. Podemos hacer muchas declaraciones de solidaridad, podemos avergonzarnos de no hacer más, podemos criticar los motivos y las soluciones, serán críticas justas, pero no serán soluciones. Hemos de asumir que un flujo migratorio de millones de personas procedentes de distintas culturas, sin conocer nuestro idioma, sin ninguna capacidad de asentamiento por sus propios medios, causan objetivamente un estrés a los ciudadanos de nuestras democracias, se sienten intimidados, produce, nos guste o no, sentimientos xenófobo. Y solo con repudiar esos sentimientos o actitudes no solucionamos la cuestión. Surgen día a día en  nuestro entorno movimientos claramente segregacionistas, fascistas, racistas, y van teniendo apoyos y votos, y escaños, y voz. Tarde o temprano, y prefiero que sea temprano, tendremos que avituallar ideas para que a través de la ONU exista un organismo con capacidad real de poder, para intervenir donde a ciencia cierta se sabe de antemano que la gente huirá, y se ha de actuar antes, Y no valen los criterios altruistas de perdonar la deuda externa -al que se le perdona por no poder pagar ya no se le da crédito-; tampoco vale el envío de ayuda a ciertos gobiernos, eso no es más que pretender que el lobo cuide a las ovejas o los zorros a las gallinas. Es muy complicado, pero la excusa de lo imposible solo es válido para los cobardes. Y hemos de ponernos aunque solo sea para salvar nuestras democracias, y para ello ineludiblemente hemos de aceptar incomodidades en nuestro estilo de vida reduciendo las necesidades, muchas veces superfluas, que nos hemos creado.  Gracias.

Barcelona a 18 de marzo del 2016.RRCH

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