Hasta hace
unos días tenía bastante claro que Pedro Sánchez no tenía uñas para guitarrero,
pero viendo ahora cómo le están atacando desde todos los frentes, igual estaba
equivocado. Parece claro que cuando lo pusieron de secretario general del PSOE
fue de forma interina, para mientras tanto Susana Díaz se fuera consolidando
como figura política en Andalucía, de forma y manera que Don Pedro, llegado el
momento oportuno, se retirara para que
se pusiera ella. Eso parece claro si atendemos a la saña con qué ahora atacan a
Don Pedro aquellos que le encumbraron. Por motivos no aclarados aún, a los
barones del PSOE no le salió bien la estrategia, y Don Pedro fue evolucionando
hasta que de forma ignominiosa los que le pusieron lo echaron, para así
intentar reconducir la cosa. Don Pedro por cuestiones personales, -y si en este
caso lo personal es la dignidad, igual se ha de valorar positivamente- él se
largó, tanto que se quedó fuera del PSOE sin ningún sillón. Ahora, después que
los de Podemos se han echado al monte detrás del líder supremo, y el PSOE trata
de ser igual a lo que últimamente fue de forma lastimosa, reaparece Don Pedro
diciendo que no es la misma persona que era. Que era cuando tenía que nadar
entre aguas turbulentas tratando de compaginar el socialismo con el inmovilismo
que le imponían los barones, que es una forma de decir que ahora cómo está
libre del peso de aquellos lastres expone lo que realmente quiere. Sus actuales
planteamientos si se leen, -cosa imposible de pretender porque no cabe en un twitter-
son razonables, de ahí que les sienta como una patada en la entrepierna a los
barones pesoteros, a las figuras peperas,
a los patriotas nacional-separatistas,
y a los podemitas-integristas. Los dos primeros le acusan de extremista y
rojo, a los nacionalistas les parece poco y los de Iglesia se ríen nerviosos. Si así le
ven éstos, igual a Pedro Sánchez le hemos de dar una oportunidad; ¡menos da una
piedra!
Barcelona
a 22 de febrero 2017. RRCH
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