jueves, 1 de junio de 2017

De tanto tratarnos de bobos, igual nos avivan.


Nuestros representantes democráticos en las instituciones se sumergen día a día, despacito, en la más absoluta inmundicia. Nuestro Fiscal Anticorrupción dimite por no poder soportar que le descubrieran que tenía una sociedad mercantil en Panamá, para ahorrar, y los periodistas lo publicaran. Su jefe, el Fiscal General del Estado, dice que le da pena que haya dimitido el entenado, que el Ministro de Justicia y sus asesores le recomendaron, porque lo hacía todo bien y quería que se quedara. Descubierto el entuerto en el qué nadaba plácidamente el Sr. Moix, lo importante está en saber quién se chivó. No fue bastante que antes de su nombramiento se supiera, mediante grabaciones policiales, que era el fiscal favorito de presuntos corrompidos y expoliadores de los dineros públicos, hoy presos. El presidente Rajoy y el Ministro de Justicia hasta ayer manifestaban confiar en Moix. Decían lo que dicen siempre, al boleo, despreciando la mínima inteligencia que, aunque fuera por respeto, tendrían que suponerle a los españoles. Y han calculado que de tanto tratarnos como bobos, igual nos avivan, y si eso pasara, para ello sería un desastre. Por tanto, sacrifican a un peón para salvar a los capataces y al patrón.  Y se nota. Los causantes, el caudal hereditario, los herederos y legatarios…

Barcelona a 1 de junio del 2017.- RRCH

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