martes, 16 de julio de 2019

Trump, el púber


 

Andan poniendo en los papeles que el tal Trump, Presidente de los Estados Unidos de Norte América, es racista. Pero no creo que Trump sea racista, para ello se han de concebir algunas malas ideas mínimamente caviladas y esta persona no ha llegado a tal nivel por mínimo que sea, su desarrollo intelectual no ha superado la pubertad. Está en la edad mental de las rabietas, de tirarse por el suelo y dar patadas al aire. Claro, con el título que tiene y el poder que ostenta es más peligroso que un mono con una ametralladora cargada: mucho más peligroso. Pero bueno, pasará. Lo malo, lo triste, lo decepcionante es ver que en un territorio como EEUU, que tiene excelentes personas, magníficos intelectuales, bastantes ricos y muchos más de pobres, hayan votado a esta persona como presidente de su país. Y es peor, no está pasando solo en EEUU; está pasando en el mundo entero. La ignorancia deliberada, el no querer ver o el no poder ver y los entretenidos para que no se fijen, están configurando una mayoría que, como consecuencia de sus miserias eligen a personas como la aludida. Trump es un personaje muy significado que está liderando la moda, de decir lo que le sale de lo poco que tiene, y le da lo mismo ocho que ochenta, es un influencer que como tal ha creado un personaje de gran éxito en el mundo digital que utilizando el marketing promociona su producto sin escrúpulos ni pudor. Y los promociona con la sinceridad y la crueldad de un púber mal enseñado, un niño que no ha pasado la adolescencia. Y con esas formas de expresarse, consigue por un lado la condescendencia de los adultos favorecidos con alguna formación y por otro, cala en los pobres desheredados de todas las posibilidades de adquirir un mínimo de cultura que les permita tener criterio propio, los cuales le entienden porque les dice lo que quieren oír, que no es otra cosa que la culpa de su miseria es de los vecinos de su barrio con apellidos carentes de W,  H intercaladas y varias consonantes juntas , y que de paso tienen un color de piel distinta que les facilita descubrirlos sin preguntarles el nombre. Si esas personas son ricas por más que estén cargadas de melanina y de apellidos latinos, no constituyen ningún peligro ni para esos pobres ni para Trump. El problema no es la raza, sino los pobres, sean de color que sean y tengan los apellidos que tengan. Y la estrategia de Trump, junto con los demás adultos que le protegen y a los qué él protege, es conseguir que la pobreza se reduzca matándose los pobres entre ellos. Es lo más barato y lo más eficiente. Que revienten miles de inmigrantes en las fronteras o en las jaulas, para muchos de los pobres de la América del Norte es un aliciente; clavan un palo con la bandera estelada de las barras rojas sobre blanco en las puertas de sus casas y se siente más y mejores en la comparación. Se sienten primeros, que es lo que le prometió el púber Trump. Esto luego se incentiva con patriotismo, uno cantores de la Biblia por la tele, coches largos de segunda mano o motos con mucho ruido; y santas pascuas. Ya veremos cuando Trump supere la pubertad como modula su lenguaje diciendo lo mismo con palabras más bien puestas y delicadas. La menesterosidad intelectual de presidente de EEUU, su procacidad y su crueldad, nos está entreteniendo de lo lindo, porque así a los demás que nos tratan como idiotas, por ser finos no les tomamos en cuenta, y así no va.

Barcelona a 16 de julio del 2019. RRCh

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