Andan poniendo en los papeles que el tal Trump, Presidente de
los Estados Unidos de Norte América, es racista. Pero no creo que Trump sea racista,
para ello se han de concebir algunas malas ideas mínimamente caviladas y esta
persona no ha llegado a tal nivel por mínimo que sea, su desarrollo intelectual
no ha superado la pubertad. Está en la edad mental de las rabietas, de tirarse
por el suelo y dar patadas al aire. Claro, con el título que tiene y el poder
que ostenta es más peligroso que un mono con una ametralladora cargada: mucho
más peligroso. Pero bueno, pasará. Lo malo, lo triste, lo decepcionante es ver
que en un territorio como EEUU, que tiene excelentes personas, magníficos
intelectuales, bastantes ricos y muchos más de pobres, hayan votado a esta
persona como presidente de su país. Y es peor, no está pasando solo en EEUU; está
pasando en el mundo entero. La ignorancia deliberada, el no querer ver o el no
poder ver y los entretenidos para que no se fijen, están configurando una
mayoría que, como consecuencia de sus miserias eligen a personas como la
aludida. Trump es un personaje muy significado que está liderando la moda, de
decir lo que le sale de lo poco que tiene, y le da lo mismo ocho que ochenta,
es un influencer que como tal ha creado un personaje de gran éxito en el
mundo digital que utilizando el marketing promociona su producto sin
escrúpulos ni pudor. Y los promociona con la sinceridad y la crueldad de un púber
mal enseñado, un niño que no ha pasado la adolescencia. Y con esas formas de expresarse,
consigue por un lado la condescendencia de los adultos favorecidos con alguna
formación y por otro, cala en los pobres desheredados de todas las posibilidades
de adquirir un mínimo de cultura que les permita tener criterio propio, los cuales
le entienden porque les dice lo que quieren oír, que no es otra cosa que la culpa
de su miseria es de los vecinos de su barrio con apellidos carentes de W, H intercaladas y varias consonantes juntas , y
que de paso tienen un color de piel distinta que les facilita descubrirlos sin
preguntarles el nombre. Si esas personas son ricas por más que estén cargadas
de melanina y de apellidos latinos, no constituyen ningún peligro ni para esos
pobres ni para Trump. El problema no es la raza, sino los pobres, sean de color
que sean y tengan los apellidos que tengan. Y la estrategia de Trump, junto con
los demás adultos que le protegen y a los qué él protege, es conseguir que la
pobreza se reduzca matándose los pobres entre ellos. Es lo más barato y lo más
eficiente. Que revienten miles de inmigrantes en las fronteras o en las jaulas,
para muchos de los pobres de la América del Norte es un aliciente; clavan un
palo con la bandera estelada de las barras rojas sobre blanco en las puertas de
sus casas y se siente más y mejores en la comparación. Se sienten primeros, que
es lo que le prometió el púber Trump. Esto luego se incentiva con patriotismo, uno
cantores de la Biblia por la tele, coches largos de segunda mano o motos con
mucho ruido; y santas pascuas. Ya veremos cuando Trump supere la pubertad como
modula su lenguaje diciendo lo mismo con palabras más bien puestas y delicadas.
La menesterosidad intelectual de presidente de EEUU, su procacidad y su crueldad,
nos está entreteniendo de lo lindo, porque así a los demás que nos tratan como idiotas,
por ser finos no les tomamos en cuenta, y así no va.
Barcelona a 16 de julio del 2019. RRCh
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