lunes, 9 de septiembre de 2013

MADRID 2020, y el inglés.


Que Madrid se haya postulado varias veces para organizar unos Juegos Olímpicos, y en ninguna de ellas haya sido  elegida, puede obedecer a varias razones, incluso a la mala suerte; y ante ello uno se la envaina y a otra cosa. Hay que saber perder con elegancias.

         Dicho lo anterior, lo sucedido días y momentos previos al evento es harina de otro costal; simplemente una vergüenza. Ha resultado de pena que se fuera a Buenos Aires con aires de ganador indiscutido.  Ridículo que un periódico de ámbito nacional,  supuestamente serio, días antes publicara los nombres de los compromisarios del COI que ya se tenían en el bolsillo, dando por hecho la designación de Madrid para los fastos. Pero lo que ya conmueve y a uno le revuelve las tripas, es esa creencia de nuestros representantes políticos -en especial la Ilma, Alcaldesa de Madrid  Sra. Botella-, que si hablan en inglés quedan mejor. De entrada pretender hablar en un idioma extranjero –distinto al del país que se representa-, produce cierta sensación de desprecio al propio, máxime si se está en Buenos Aires donde hablan igual que aquí: en castellano. Es cierto que a consecuencia de la sumisión a lo anglófono que ciertos representantes hispanos vienen realizando -que incompresiblemente son, según ellos, los más patriotas-, han situado a nuestro idioma por debajo del inglés; hablar en inglés viste más. Claro, puede vestir más si se habla correctamente, cuando se chapurrea se queda como un imbécil. La alcaldesa en cuestión para aparentar que dominaba el inglés ni se ponía los auriculares para la traducción de las preguntas, como no entendía nada contestaba otra cosa. Una desgracia. Hace tiempo que nos están metiendo en la mollera que hay que hablar inglés, lo lamentable es que para ello se está olvidando el aprendizaje del contenido que se pretende trasmitir mediante ese idioma  o con el propio. En inglés y en castellano se tramiten bobadas insustanciales, siendo que de donde no hay no se puede sacar. Hasta hace poco los políticos pretendían distinguirse y hasta hacerse valer basándose en los presuntos conocimientos que poseían y que trataban de acreditar con títulos universitarios más o menos conseguidos por recomendaciones. Ahora ni siquiera hacen ese esfuerzo de distracción, sencillamente quedan como descerebrados y les importa un pito, ya no tienen vergüenza ni cuando quedan como analfabetos. No hay peor ignorante que aquel que se cree sabio, son como los borrachos que niegan su alcoholismo, y quedan como el culo. El desprestigio de nuestra pandilla política es obscena, no sólo están infectados de la corrupción externa que les lleva a acumular el dinero robado para adornarse de cosas caras, interiormente son una pobre gente con la desgracia de ya no acertar en defender su propia dignidad. Son bobos y ni se dan cuenta cuando quedan como bobos, de tan bobos que son.  Al parecer, todos estos pardillos regresaron al terruño en jet privados, para seguir aquí con los recortes ahorrándose allí colas y esperas. Es una pena que no se hayan agenciado en Argentina un psicoanalista cada uno, igual una terapia de recolocación emocional les hubiera sido de provecho para lograr un retorno menos deshonroso, con ahorro para los españoles en su mantenimiento. Bueno no, allí vivieron como dios a cargo del erario.

Barcelona a 9 de septiembre del 2013.- RRCH

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