miércoles, 4 de septiembre de 2013


SIRIA

 

Que el mundo occidental, presuntamente civilizado y democrático, intervenga militarmente en Siria es un problema; similar al de no hacer nada. Los lentos avances en el derecho internacional en pro de los derechos humanos han impuesto como límite -que si se traspasa merece intervención de Naciones Unidas-, que se mate a la gente mediante armas químicas. Si se mata a bala no, y tampoco si se matan a bala a muchos. Sería algo así como permitir la tortura prohibiendo que se le arranque a la gente, en frio, los dientes y las uñas con una tenaza; esto no, lo demás sí. Teniendo todo ello un encaje moral dificultoso,  tampoco parece ser el cogollo de la cuestión. La intervención militar aunque se hiciera con el apoyo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas -instaurado dicho sea de paso, para “gobernar” la guerra fría, no para controlar la actual guerra financiera que nos abruma-, choca con la dificultad de saber qué se va a conseguir con dichas actuaciones. La situación de Siria, como la de casi todos los países de Medio Oriente, tiene la complicación de no hallarse una alternativa clara al dictador sanguinario y constitucional que se quiere suprimir. Desde occidente podría entenderse que se pretenda instaurar un régimen democrático como el que nosotros disfrutamos, en el cual por ejemplo no se mata a pedradas a las mujeres, no se suprimen físicamente a los periodistas, ni se bombardean a ciudades propias de forma indiscriminada para eliminar disidentes - cuidando también no trasmitir nosotros nuestra corrupción y la desfachatez de nuestros gobernantes frente a ella-. Ya; ¿pero quiénes en tales países están preparados para tal cosa? La primera intervención en Afganistán por parte de EEUU para debilitar en su día la influencia soviética sirvió para armar a Al Qaeda; la efectuada en Irán no parece que haya conseguido mejorar la situación de los iraquíes, aunque seguramente sí se ha conservado el control del petróleo para los magnates no iraquíes, con el perjuicio de no haberse encontrado las armas de destrucción masiva que hubiera brindado la justificación moral sobre cuya presunción se destruyó al país con sus gentes. Bashar al- Asad en el 2007 ganó las elecciones (referéndum con él solo como candidato) con el voto favorable de más del 97% que son los porcentajes que se consiguen en Cuba y que conseguía Franco cuando hacía los simulacros de plebiscitos La constitución de Siria establece que el Partido Baath Arabe Socialista tiene el liderazgo en el gobierno del  Estado  sirio. ¡Pero son sus normas!. Que no son peores que las que tienen Qatar, régimen al que promocionamos por dinero en España en las camisetas de nuestros futbolistas; ni peores que las que tienen en  Arabia Saudita, por ejemplo. Al parecer las fuerzas opositoras a Bashar al- Asad tienen tendencias próximas a Al Qaeda o están infiltradas por ésta; con lo cual una intervención militar en contra de Al-Asad sólo implicaría sustituir un mal por otro, dejando de paso una multitud de cadáveres.

Sería un sueño, un bonito sueño, que Naciones Unidas se convirtiera en una naciones unidas de verdad, y todas las naciones unidas establecieran un protocolo claro sobre los parámetros mínimos que todos los gobiernos deberían respetar en cuanto a los derechos humanos, y que traspasadas ciertas línea rojas, se intervinieran a los gobiernos infractores instaurando gobiernos provisionales alternativos bajo el mandato de esas Naciones Unidas, Y ni siquiera resultaría necesaria la intervención militar, con el bloqueo o el comiso de los dineros y propiedades que tales gobernantes acumulan en Europa, EEUU y los paraísos fiscales satélites de Europa y EEUU sería más que suficiente. Todos estos gobernantes miserables y criminales no matan, humillan y empobrecen a sus gentes por deporte, sino para acumular y esconder fuera de sus países las fortunas robadas mientras experimentan la pulsión emocional del absolutismo, de forma y manera que cuando se les acaba por cualquier causa el tiempo para el expolio puedan disfrutar en el extranjero del logrado enriquecimiento, generalmente en países muy democráticos que para salvar “su” situación le dan cobijo y propician el disfrute de los réditos de la sangre ajena derramada. El actual Consejo de Seguridad de la ONU, teniendo como miembros permanentes con derecho a veto, a Rusia, Francia, Reino Unido, China y EEUU, todos ellos capitalistas, ya no tiene el sentido de equilibrio que pudo tener a su creación en 1946 al finalizar la segunda guerra mundial y el inicio de la guerra fría. Sencillamente los que están no tienen más cometidos que defender sus inversiones y sus influencias para las inversiones mediante la venta de los instrumentos de exterminio, químicos o mecánicos, que mientras no se usan paralizan mediante el miedo, y cuando lo usan hacen hueco.

 

Barcelona a 4 de septiembre del 2013. RRCH

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