jueves, 8 de enero de 2015

¡No es el Islam, es el terrorismo!


Lo más cómodo es simplificar. Las simplificaciones siempre nos han llevado al desastre. Confundir el todo con la parte por más pequeña que la parte del todo sea, ha sido una constante histórica. La religión católica no es sinónimo de inquisición ni de pederastia. El judaísmo no es sinónimo de avaricia y sectarismo. El Islam no es sinónimo de guerra santa. Todos esos males han sido parte de tales religiones y en todas ellas en distintos tiempos históricos. Como han sido también males del socialismo, del comunismo, del nacionalismo y del capitalismo. El terrorismo se sirve de cualquier entorno, y que los demás mimeticemos el entorno con el terrorismo como pensamiento totalitario o totalizador es otorgarles el mejor caldo de cultivo, es atribuirles la victoria. Es renunciar a la integración de la mayoría por mérito de una minoría escasa. Es como confundir a los vascos con ETA. El terrorismo islamista ha asesinado a muchos más musulmanes que a otros que no lo son. Estigmatizar a cualquier religión es desamparar a la mayoría de sus gentes, es abonar el terreno para que las minorías extremistas crezcan y florezcan. Las religiones, como algunas creencias políticas que a veces se constituyen en una suerte de religiones agnósticas, no son más que un compendio de costumbres, de reglas y de fe, seguidas por inmensidades de personas diversas, y practicadas en diversidad. La gran mayoría de éstas personas ni son extremistas, ni son fanáticas, ni son totalitarias. Lo sucedido ayer en Francia no fue un ataque del mundo musulmán al mundo occidental, fue un atentado terrorista. Ni más ni menos. Utilizar tal desgracia para fortalecer nuestra arrogancia patriotera o nuestros complejos de superioridad occidental y cristiano, sería una perfecta demostración de lo contrario.

Barcelona a 8 de enero del 2014. RRCH.  

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