Si siento admiración y respeto por algún
británico es por John Carlín, aunque sus acertadas opiniones no obedecen al
solo hecho de haber nacido en Londres,
sino más bien por su recorrido vital que le ha permitido generar una conceptualización
pan-humanística, de la que la mayoría de
los expertos y opinadores carecen; y
en consecuencia es un nexo emocional lujoso entre negro y blancos, anglosajones
y latinos. Carlin, en un exceso de responsabilidad dijo que se sentía
avergonzado de haber nacido en las Islas Británicas; es excesivo ya que nadie
puede ser responsable de dónde nace por no poder elegirlo. Pero se entiende; lo que le avergüenza es la infracultura de la desinformación que
históricamente ha propiciado el establishment
(élite que ostenta el poder) británico. Él, bien pudo conocer su influencia
poco benéfica en Argentina, Nicaragua, México, EEUU y Sudáfrica entre otras
latitudes en las que ha vivido. Esa desinformación o manipulación educacional
tendente a reforzar la xenofobia -y demasiadas veces el racismo-, sustentó durante
algunos siglos el Imperio Británico, y cuando cayó, quedaron sus secuelas
de prepotencia en las ex colonias británicas, y las secuelas de inferiorización=admiración
en las ex colonias españolas y en España
misma. El establishment no es
xenófobo ni es racista, solo hace negocios. La xenofobia y la supuesta superioridad
racial ha sido un excelente instrumento de control de su propia ciudadanía, para
su posterior utilización en la explotación de otros seres humanos de distintas culturas.
En el referéndum para la salida del Reino Unido de la Unión Europea cometieron
un error en el suministro de la dosis; las mentiras en dosis adecuadas pudieron
beneficiar la consecución de privilegios a la élite; el exceso, como el veneno,
mata. Se les fue la mano en el propósito de enfrentar a unos pobres con otros,
tarea que históricamente han manejado con maestría. Si a los pobres británicos
se les hace creer que son mejores personas que los pobres emigrados; estos
últimos acabarán expulsado, y los pobres británicos no querrán hacer los
trabajos que hacían los extranjeros, y menos por el salario que éstos recibían.
De ahí la desazón generada entre los próceres del establishment y de la City ,viendo el desbarajuste de la patria. Un poco de miedo puede impulsar; paraliza si es más, y hace recular si es mucho. Al final todo es cuestión de medidas para que el miedo excite en un sentido o su contrario, ante lo popular y el populismo, la
educación y la instrucción.
¡Carlín!:
Mandela se murió?
Barcelona
a 28 de Junio del 2016. RRCH.
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