La ejecutiva
de Podemos al parecer no comprenden qué pasó; no se lo explican. Si eso les
sucede es que el árbol les ha impedido ver el bosque, o las hojas ver el árbol. El mismo ímpetu y
dedicación que puso el Sr. Iglesias a la construcción de Podemos, la empleó
después en desarticular a la formación. Algo así como que “la maté porque era mía”. Pudo ser que los españoles prefirieron a
un malo conocido ya instalado que a otro malo también conocido con ínfulas de
instalarse a cualquier precio. Eso a veces sucede. Iglesias subestimó a los
votantes, creyó que diciendo que era comunista le votarían los comunistas y
diciendo después que era socialdemócrata le votarían también los socialistas, y
que para apuntarse al caballo ganador –el de Iglesias-, le votarían hasta los
demócratas cristianos. Quiso ser Perón alabando a Pepe Mujica, a Salvador
Allende, al Papa Francisco, a Rodriguez Zapatero, y hasta a Felipe González,
sin olvidar el abrazo con lágrimas que se dio con Anguita. El Sr. Iglesias se
entregó a todos, a los unos y a sus contrarios. Habló de patria grande y de
patria pequeña en el mismo contexto; de independencia judicial y de control
gubernamental de la judicatura a la vez; de militarismo y antimilitarismo
juntos, de una cosa y de su contraria, Y dio miedo. Iglesias dio la sensación
que es capaz de decir cualquier cosa para ser gobernante sin dejar pautas sobre
lo que haría. Y hay gente que tanta sonrisita
le repugna y llega a pensar que es cachondeo, salvo claro está, que el Risitas
aspire a conducir un espacio televisivo de entretenimiento donde los unos
despellejan a los otros y luego se adulan mutuamente porque está en el guion.
Pero bueno: salvó a Rajoy y a su casta. Aunque lo de ir en contra de la casta pudo
ser una provocación de juventud. El muchacho ha ido madurando de prisa y
posiblemente se ha ido desprendiendo de prejuicios, como ése.
Barcelona a
27 de junio del 2016. RRCH.
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