lunes, 27 de junio de 2016

LA SORPRESA PREVISIBLE


 

La ejecutiva de Podemos al parecer no comprenden qué pasó; no se lo explican. Si eso les sucede es que el árbol les ha impedido ver el bosque,  o las hojas ver el árbol. El mismo ímpetu y dedicación que puso el Sr. Iglesias a la construcción de Podemos, la empleó después en desarticular a la formación. Algo así como que “la maté porque era mía”. Pudo ser que los españoles prefirieron a un malo conocido ya instalado que a otro malo también conocido con ínfulas de instalarse a cualquier precio. Eso a veces sucede. Iglesias subestimó a los votantes, creyó que diciendo que era comunista le votarían los comunistas y diciendo después que era socialdemócrata le votarían también los socialistas, y que para apuntarse al caballo ganador –el de Iglesias-, le votarían hasta los demócratas cristianos. Quiso ser Perón alabando a Pepe Mujica, a Salvador Allende, al Papa Francisco, a Rodriguez Zapatero, y hasta a Felipe González, sin olvidar el abrazo con lágrimas que se dio con Anguita. El Sr. Iglesias se entregó a todos, a los unos y a sus contrarios. Habló de patria grande y de patria pequeña en el mismo contexto; de independencia judicial y de control gubernamental de la judicatura a la vez; de militarismo y antimilitarismo juntos, de una cosa y de su contraria, Y dio miedo. Iglesias dio la sensación que es capaz de decir cualquier cosa para ser gobernante sin dejar pautas sobre lo que haría.  Y hay gente que tanta sonrisita le repugna y llega a pensar que es cachondeo, salvo claro está, que el Risitas aspire a conducir un espacio televisivo de entretenimiento donde los unos despellejan a los otros y luego se adulan mutuamente porque está en el guion. Pero bueno: salvó a Rajoy y a su casta. Aunque lo de ir en contra de la casta pudo ser una provocación de juventud. El muchacho ha ido madurando de prisa y posiblemente se ha ido desprendiendo de prejuicios, como ése.

Barcelona a 27 de junio del 2016. RRCH.

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