lunes, 13 de junio de 2016

Matanza en Orlando


Una persona del género que sea, con la orientación sexual que haya elegido y creyente de cualquier religión, si es capaz de entrar en un sitio concurrido y matar a medio centenar de congéneres y de herir a otros tantos, es porque está fuera de sí, padece una patología emocional y/o mental, y por tanto es  un desgraciado. Y los que atribuyen a un hecho de estas características causas concretas y tasadas fuera de las propias del individuo ejecutor del hecho criminal, es para intentar sacar tajada en beneficio de sus intereses. Es posible que el mismo desgraciado que cometió los asesinatos ayer en EEUU, haya fortalecido su determinación en ciertas doctrinas belicosas de origen islámico; las mentes degeneradas suelen buscar excusas en influjos paranormales o del más allá. El hecho que esta vez la matanza se haya ejercido sobre personas homosexuales no añade ni  reduce  maldad al hecho, siendo igual de condenable que cuando recae sobre negros, blancos,  gitanos, judíos, palestinos, iraquíes, indios, sirios, mujeres, hombres, jóvenes, niños o viejos. Aunque sí puede que tenga alguna relación esa hola identitaria que nos asola. Parecería que todos nos queremos guardar dentro de un grupo, tribu, clase, religión, raza, sexo, orientación sexual, patria, partido, barrio o club;  con un nexo de unión simple y muy reconocible para los extraños. Y así los extraños que son todos los demás también son enemigos en potencia.  De esta manera por más que nos ataque uno, podemos atribuir la ofensa a una pluralidad y fortalecer al grupo atacado.  Las tragedias no siempre se pueden explicar desde las víctimas. Si este caso fuera el resultado de un acto terrorista las víctimas no serían el objetivo sino el medio para alcanzar una ulterior finalidad.

Barcelona a 13 de Junio del 2016.- RRCH.

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