Una persona del género que sea, con la orientación
sexual que haya elegido y creyente de cualquier religión, si es capaz de entrar
en un sitio concurrido y matar a medio centenar de congéneres y de herir a otros
tantos, es porque está fuera de sí, padece una patología emocional y/o mental,
y por tanto es un desgraciado. Y los que
atribuyen a un hecho de estas características causas concretas y tasadas fuera
de las propias del individuo ejecutor del hecho criminal, es para intentar sacar
tajada en beneficio de sus intereses. Es posible que el mismo desgraciado que
cometió los asesinatos ayer en EEUU, haya fortalecido su determinación en
ciertas doctrinas belicosas de origen islámico; las mentes degeneradas suelen
buscar excusas en influjos paranormales o del más allá. El hecho que esta vez
la matanza se haya ejercido sobre personas homosexuales no añade ni reduce maldad al hecho, siendo igual de condenable
que cuando recae sobre negros, blancos, gitanos, judíos, palestinos, iraquíes, indios,
sirios, mujeres, hombres, jóvenes, niños o viejos. Aunque sí puede que tenga
alguna relación esa hola identitaria que nos asola. Parecería que todos nos
queremos guardar dentro de un grupo, tribu, clase, religión, raza, sexo, orientación
sexual, patria, partido, barrio o club; con
un nexo de unión simple y muy reconocible para los extraños. Y así los extraños
que son todos los demás también son enemigos en potencia. De esta manera por más que nos ataque uno,
podemos atribuir la ofensa a una pluralidad y fortalecer al grupo atacado. Las tragedias no siempre se pueden explicar
desde las víctimas. Si este caso fuera el resultado de un acto terrorista las víctimas
no serían el objetivo sino el medio para alcanzar una ulterior finalidad.
Barcelona a
13 de Junio del 2016.- RRCH.
No hay comentarios:
Publicar un comentario