martes, 18 de enero de 2011

No hay diferencias

Si en el ejercicio de la actividad política no hay diferencias en las formas ni en el fondo, cómo vamos a combatir con un mínimo de éxito esa frase que dice: “todos los políticos son iguales”. Realmente parecen iguales cuando ejercen como tales. Intentan diferenciarse cuando piden el voto; y generalmente no lo piden por la bondad de sus proyectos ni por lo que han hecho, sino contra la interpretación que hacen de lo hecho y/o proyectado por sus adversarios. Parecen querer decir: nosotros somos malos pero los demás son peores. Cuando consiguen los votos y el anhelado puesto: vuelven a parecer iguales.
            Cuando los de PP para defender a sus cuadros directivos de Valencia acusados de corrupción, dicen que la policía hace informes falsos o sesgados o incompletos, ciertamente atentan contra las instituciones. Nadie puede negar que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son esenciales en el hacer del sistema judicial, salvo que se pretenda que los jueces acudan a la seguridad privada para investigar, y se considere eso más seguro. Criticar sin fundamento a la policía, es hacerle flaco favor al sistema democrático, y si tuvieran fundamentos para la crítica ejercerían las acciones jurisdiccionales que  correspondieran. Si le asiste la presunción de inocencia a Camp, también le corresponde a Rubalcaba, a Garzón y a Varela. Cuando Montilla ataca la legitimación del Tribunal Constitucional en relación al Estatuto, también ataca a una institución del Estado. Salir encabezando una manifestación contra el Tribunal Constitucional o en pro de la resignación de ciudadanos descontentos, bajo el lema: “Somos una nación, nosotros decidimos”, es un atentado contra las instituciones, máxime si lo hace el Presidente de la Generalitat que es también  una institución del Estado, como la Generalitat y el propio Tribunal Constitucional. Y ello parece seguir siendo así, aunque el próximo discurso lo haga en castellano, o todos se quiten la corbata para levantar el puño en la fiesta de la rosa. Cuando se votó y refrendó el Estatuto de Catalunya todos sabían que podía ser impugnado ante el Tribunal Constitucional. Tenían la certeza puesto que los peperos ya lo habían anunciado. Y ese Tribunal ya existía antes de aprobarse el Estatuto. Cuando la soberanía nacional de todo el Estado español aprueba una ley orgánica –aunque sea con la totalidad de sus 350 diputados-, si el Tribunal Constitucional la declara inconstitucional sería de risa que los 350 diputados salieran en manifestación con la bandera de España diciendo: “Somos una nación, nosotros decidimos”. Lo de “nosotras parimos y nosotras decidimos” es coherente puesto que ni son diputados los que paren ni presidentes de una autonomía.  Cuando Artur Más arremete contra Zapatero achacándole que no cumplió con sus promesas sobre el Estatuto, sabía que Zapatero -como el propio Más-, también estaba sometido a lo que posteriormente decidiera el Tribunal Constitucional. Exigirle a Zapatero que controle al Tribunal Constitucional por parte de los nacionalistas; exigirle a Zapatero que controle a los Tribunales por parte de los peperos; es ir en contra de las Instituciones. Si Zapatero prometió lo que  sabía que no podía cumplir también atentó contra las instituciones, o por lo menos contra su propia credibilidad dado que creerse que no sabía de tales  existencias, no cuela. Cuando la derecha montó en cólera en el caso Correa contra Garzón y el Ministro de Justicia, porque cazaban juntos; iban contra las instituciones. Tanto el ex-ministro como Garzón debieron prever que si se iban a cazar juntos, serían criticados; lo de “la mujer del Cesar además de ser honesta tiene que parecerlo” no se inventó hace dos días. El PP vio detrás de esa caza una conspiración, con ello los otros les pusieron en bandeja una buena cortina de humo. Cuando se critica al Tribunal Supremo por el enjuiciamiento a Garzón, se dice que se le procesa por investigar los crímenes del franquismo; el Tribunal Supremo dice que es por haber iniciado Garzón una causa general sabiendo que no tenía competencia jurisdiccional para hacerlo, además que las causas generales las prohíbe nuestra legalidad igual que enjuiciar penalmente a los muertos; los otros sobre esto no dicen nada. La izquierda vio detrás de ello una conspiración filo-franquista contra Garzón y las víctimas de la Guerra Civil; pero ningún pronunciamiento ha hecho la izquierda progresista sobre las cartas que Garzón enviaba a los ricos “pidiéndoles” dinero para un curso que dirigía él en EEUU, por el cual él cobró un dinero interesante además de su sueldo de magistrado mientras estuvo allí sin desempeñar su cargo aquí. Todos los pedimentos dinerarios del juez fueron atendidos por los receptores de su “solicitud”; parecería un compromiso decirle que no.
                  Muy probablemente; casi seguro; que la reforma laboral y los recortes del gasto público que realizó Zapatero eran necesarios y urgentes; y es más que probable que, los peperos en su lugar hubieran hecho reformas más perjudiciales para los trabajadores. Pero la necesidad y las urgencias habidas para hacerlas  se supone que ya las veía Zapatero cuando decía que no iba a recortar derechos sociales. Y si no las vio antes; cuando la vio -previa explicación de porqué no las había visto todavía-,  pudo hacer otros recortes para diferenciarse de la derecha. Pudo por ejemplo: suprimirles el sueldo íntegro a todos los miembros de su gobierno, desde los subsecretarios hasta él mismo, durante seis meses, o recortarlos al cincuenta por ciento hasta que escampe. Seguro que podrían resistir; y si no, éstos podían acudir a la ayuda familiar, igual que hacen los ciudadanos que no son subsecretarios o ministros, cuando se quedan sin trabajo de forma más definitiva. También pudo reducirles los emolumentos  a un total mensual de 420€ al mes durante 2 años.  Y como eso son habas contadas pudo haber expuesto en el Congreso la cifra exacta del ahorro. Que seguro no alcanzaba, pero hubiera sido una diferencia.  UGT ante la crisis pudo proponer por ejemplo que los que cobran el seguro de  paro, mientras lo cobran, hagan cursos de formación obligatorios y vinculados a seguir o no percibiendo subsidios; y ello, para formarse y para no acudir al mercado de trabajo sumergido en el que ni cotiza el trabajador ni el empresario. También pudo publicar UGT (y CCOO)  los ingresos que tienen en subvenciones y el número de trabajadores liberados para que nadie deba especular. Si las subvenciones eran muchas o solo suficientes, podían renunciar a una parte para solidarizarse con el grupo de ciudadanos a los que pretenden representar; y/o recortarse los sueldos ellos mismos. No queda bonito tampoco, que se diga y no se niegue que, el Secretario General de un sindicato como CCOO gane 120.000€ al año. UGT se podían haber ahorrado el gasto en videos protagonizado por un actor; video que simplifica tan burdamente las relaciones laborales que las reducen al ridículo ante los ojos de cualquiera que trabaje o haya trabajado.
            Puede afirmarse que es higiénico suspender de militancia y de cargo público a un afiliado de un partido político que resulte imputado en una causa penal por presuntos delitos perpetrados en el ejercicio de un cargo público; o, puede también decirse que hasta que no haya una condena judicial firme no se hace nada. Las dos tesis se pueden razonar; pero no se puede pedir la renuncia de un imputado pepero y en iguales circunstancias mantener en la Agrupación del Ensanche del PSC-PSOE con cargo representativo a la que fue gerente del distrito de Gracia en el Ayuntamiento de Barcelona, igualmente imputada y por los mismos presuntos delitos.
            Hacemos bien cuando criticamos al gobierno francés por la devolución de gitanos rumanos con una plaza gratuita en un avión y unos euros en los bolsillos. Pero por iguales motivos deberíamos combatir el retorno de ecuatorianos ante la crisis con un pasaje de avión y poco más en el bolsillo. Ambos; lo gitanos y los ecuatorianos aceptan el retorno “voluntariamente”. O podríamos decir en un caso y en otro que, ni los devolvemos por ecuatorianos nosotros ni lo hacen los franceses por gitanos; se devuelven por pobres que afean nuestro entorno y crean conflictividad social cuando la miseria les acogota porque no tenemos trabajos para darles, dado que los trabajos que no queríamos, ahora sí los queremos; y si bien somos todos iguales unos somos más iguales que otros. Igual los okupas afean lo mismo y crean más conflictividad, pero a estos aún no le hemos encontrado el gentilicio para agruparlos y explicitar caracteres infamantes en una sola palabra. Cuando la cosa va bien somos ellos y nosotros en solidaridad ecuménica, cuando las vacas muestran los huesos de sus costillas somos “ellos o nosotros”. Ser  gitano ya sabemos lo que significa, a Joaquín Cortés lo dejamos fuera porque no es pobre; luego, no es gitano; o al menos no es de los que molestan, lo mismo haríamos con María Fernanda Espinosa en cuanto  ecuatoriana.
            Los peperos (por ejemplo) son populistas y dan carnaza al pueblo para que se entretengan zarandeándose unos a otros disputándose el pedazo de miserable sustento que no alcanza para todos; mientras la otra parte del todo visten de Vogue. Y los progresistas se parecen tanto a los peperos como esos cuadritos iguales que para encontrar las siete diferencia hay que estrujarse los ojos por lo bien que esconden las discrepancias.
            Ahora parece que, un periodista alemán ha efectuado una crítica al brillo estético personal de los miembros y miembras de nuestro gobierno; y ha sido injusto – o machista -; pero es verdad que  juzgados por el  glamur que desprenden son toditos igualitos. En cuanto a los que gobiernan no se puede negar que conjuntan poco o nada con las posibilidades decorativas de los mileuristas a los que destinan o deberían destinar su gesticular mensaje.
            Llevo más de tres lustros como afiliado del PSC-PSOE, pero ahora, de momento me paso al grupo AC, en siglas que queda más glamuroso (literalmente: al carajo). Este grupo está compuesto por gente que se abstendrán en las próximas elecciones. Absteniéndonos, y con un poco de suerte si conseguimos un 70% o más de gente que no vaya a votar, hasta podremos ilusionarnos en ver en el futuro que los políticos son diferentes. Y entonces elegir. Aunque seguramente pasará lo mismo votaremos, no a favor del nuestro sino en contra del otro.

 Barcelona a 20 de septiembre del 2010.-
                                  
  Ruben Romero de Chiarla.-

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