Aunque
la sonoridad del término y alguna noticia sobre la forma de actuar de estos
grupos nos lleve a pensar en una jauría de lobos, no procede de ahí el nombre
sino de la tradición angloamericana, consistente en que los parlamentarios se
reunieran en salas de espera de los Parlamentos u Hoteles para escuchar los
pedimentos y quejas de grupos de personas que defendían intereses más o menos
colectivos (sindicatos, gremios, asociaciones de empresarios, periodistas, ecologistas,
corporaciones farmacéuticas, industria armamentística etc.) y así llevar a las Cámaras
legislativas las propuestas de normas reguladoras sobre tales iniciativas. Ellos los tienen
regulados de forma más o menos transparente, nosotros tenemos la misma cosa
pero sin regulación. La inexistencia de normas reguladoras de conductas
tradicionales y habituales, propician la corrupción que se nutre de la
hipocresía con fines lucrativos. Es la ocultación intencionada de lo existente
para su clandestina explotación parapetada en la impunidad. Los lobbies
o grupos de presión, accionan más y mejor en la clandestinidad, y en ello
se asemejan con los traficantes de drogas y de personas para la explotación laboral
o sexual. Los grupos de presión, no regulados y por ende clandestinos, trafican
con las influencias de los mandatarios públicos para la consecución de privilegios
o contratos con las administraciones públicas, de las que logran cobros de
cantidades suficientemente excesivas para amortizar el pago a los “servidores” públicos corrompidos. La
legalización (regulación) de los grupos de presión, el consumo de drogas y la
prostitución, en ningún caso generarían su desaparición, pero su criminalización
produce su fortalecimiento mediante la selección natural, de forma que los más
agresivos, con mayor potencialidad económica-financiera, constituyen mafias con
auténtica capacidad para dirigir desde la sombra el poder político, imponiendo
la legislación que más les garantice la impunidad. Si a ello le añadimos los
paraísos fiscales con todos los instrumentos legales para la ocultación de la
procedencia de la riqueza, mediante sociedades o testaferros interpuestos,
parece fácil advertir que lo que se oculta o no se quiere ver, nos acaba dominando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario