Es verdad que los aconteceres de
Venezuela no debería ser materia de diatribas políticas en la campaña electoral
española para los próximos comicios, pero para ello tendríamos que tener
políticos, y solo llegamos a disponer de aficionados a ilusionistas. Y lo
cierto es que la crisis social e institucional de este país hispanoamericano
está en el orden del día en España, no con la intención de ayudar a resolver la
situación de los venezolanos, sino para meterse los dedos en los ojos unos a
otros. A ninguno de esos cantamañana
les interesa un comino el sufrimiento del ciudadano, ni tienen ninguna
disposición en aprender de los errores que allí se han producido para no
repetirlos aquí. En Hispanoamérica, por motivos que serían muy largos de
explicar, siempre se ha confiado en los caudillos la ejecución de los cambios
sociales, ya sea para bien o para peor. Chaves ha sido un exponente más, que como Argentina
creyó encontrar en Perón un salvador de la Patria. Ya a nadie de importa saber
cómo vivían los venezolanos antes de Chaves, referido a los pobres, los que no
tenían, por no tener, ni un papel que les acreditara como ciudadanos de su
país. Éstos, que obviamente eran mayoría, creyeron en el caudillo, y apareció
Chaves con un lenguaje adaptado al entendimiento de los excluidos y dirigido a
sus sentimientos, Lo primero fue reivindicar la soberanía de la patria en
confrontación con amenaza foráneas y traer a colación desde el inicio de la
historia a otro caudillo como Simón Bolívar. El hecho que Bolívar llevara
muerto ciento ochenta años era un factor decisivo para no hallar a nadie que
recordara nada negativo del Libertador, y
el camino a los altares concitara el fervor de todos, al tiempo que se iba
construyendo un sentimiento fanático de patriotismo. Las medidas sociales del
inicio de la andadura chavista-bolivariana fueron muy positivas para la mayoría
de la población que antes era invisible, por ejemplo las Misiones. Con ello
miles de venezolanos comenzaron a existir como ciudadano, fueron alfabetizados,
tuvieron sanidad y un mínimo de ingresos
que les permitió recobrar la dignidad provisionalmente. Ello produjo un sentimiento popular de agradecimiento y de consecuente justificación
de una incipiente corrupción que luego parece que se convirtió en crónica. No
está claro que la corrupción anterior al chavismo-bolivariano fuera menos,
seguramente fue mayor y por muchos más años. La diferencia es que los que antes
eran corrompidos y algo conservan, ahora tienen a un caudillo al que achacarle
los males presentes. El chavismo nació con Chaves, éste murió y los chavista no
se lo creen, e intentan que Maduro sea el mesías que conecta la tierra con el
cielo. Maduro no tiene madera para ese puesto, y posiblemente ningún otro lo
tenga, ese es el problema de los caudillos, cuando se mueren sus seguidores
quedan huérfanos. Con Chaves vivo igual pudo pasar lo mismo: el petróleo bajó y
no se crearon alternativas a tal evento. Sin ingresos no se puede repartir
riqueza, y memos aún comisiones para mantener la corrupción callada. Tampoco se
intentó darle una alternativa ocupacional productiva a la gran bolsa de las
personas que antes no se visualizaban y ahora se manifiestan. El régimen de
Chaves quiso hacerse querer por su entorno repartiendo dividendo petrolíferos;
y se acabó la gallina de los huevos de oro. Y ahora los mismos que le aplaudían
o le toleraban se hacen los sordos, igual que se hacían los sordos los que
propiciaron el saqueo de Venezuela antes de la aparición de Hugo Chaves. Felipe
González fue gran amigo y colaborador de Carlos Andrés Perez, pero éste acabó
removido en 1993 por la Corte Suprema de Justicia de Venezuela –que no era chavista-,
y fue por malversación de caudales públicos y fraude a la nación, y acabó
muriendo en EEUU. Antonio Ledezma Díaz, Alcalde de Caracas y hoy preso, fue el
que repatrió el cadáver de su amigo y correligionario Carlos Andrés Pérez. Pablo
Manuel Iglesias, con veleidades caudillistas, también se arrimó a Venezuela, cuando el petróleo
daba leche y huevos, y no tuvo inconvenientes de hacerle la pelota a Chaves,
posiblemente porque en aquel entonces se creía la bondades del régimen. Con
ello parece ser, que sacó algún beneficio económico, y no solo lo parece por lo que dicen los periódicos aquí, sino por
lo que no dice el Sr. Iglesias. Iglesias como Rajoy confía su inocencia a los
tribunales de justicia, ignorando que éstos no declaran inocencias, si acaso absuelven
por falta de pruebas. Y ambos, entre otros, se postulan a ser caudillos. No
como Franco, no. Como se estila en Hispanoamérica.
Barcelona
a 26 de mayo del 2016. RRCH