jueves, 26 de mayo de 2016

IGLESIAS, VENEZUELA Y LOS CAUDILLOS.


 

          Es verdad que los aconteceres de Venezuela no debería ser materia de diatribas políticas en la campaña electoral española para los próximos comicios, pero para ello tendríamos que tener políticos, y solo llegamos a disponer de aficionados a ilusionistas. Y lo cierto es que la crisis social e institucional de este país hispanoamericano está en el orden del día en España, no con la intención de ayudar a resolver la situación de los venezolanos, sino para meterse los dedos en los ojos unos a otros. A ninguno de esos cantamañana les interesa un comino el sufrimiento del ciudadano, ni tienen ninguna disposición en aprender de los errores que allí se han producido para no repetirlos aquí. En Hispanoamérica, por motivos que serían muy largos de explicar, siempre se ha confiado en los caudillos la ejecución de los cambios sociales, ya sea para bien o para peor.  Chaves  ha sido un exponente más, que como Argentina creyó encontrar en Perón un salvador de la Patria. Ya a nadie de importa saber cómo vivían los venezolanos antes de Chaves, referido a los pobres, los que no tenían, por no tener, ni un papel que les acreditara como ciudadanos de su país. Éstos, que obviamente eran mayoría, creyeron en el caudillo, y apareció Chaves con un lenguaje adaptado al entendimiento de los excluidos y dirigido a sus sentimientos, Lo primero fue reivindicar la soberanía de la patria en confrontación con amenaza foráneas y traer a colación desde el inicio de la historia a otro caudillo como Simón Bolívar. El hecho que Bolívar llevara muerto ciento ochenta años era un factor decisivo para no hallar a nadie que recordara nada negativo del Libertador, y el camino a los altares concitara el fervor de todos, al tiempo que se iba construyendo un sentimiento fanático de patriotismo. Las medidas sociales del inicio de la andadura chavista-bolivariana fueron muy positivas para la mayoría de la población que antes era invisible, por ejemplo las Misiones. Con ello miles de venezolanos comenzaron a existir como ciudadano, fueron alfabetizados, tuvieron sanidad y  un mínimo de ingresos que les permitió recobrar la dignidad provisionalmente. Ello produjo un  sentimiento popular  de agradecimiento y de consecuente justificación de una incipiente corrupción que luego parece que se convirtió en crónica. No está claro que la corrupción anterior al chavismo-bolivariano fuera menos, seguramente fue mayor y por muchos más años. La diferencia es que los que antes eran corrompidos y algo conservan, ahora tienen a un caudillo al que achacarle los males presentes. El chavismo nació con Chaves, éste murió y los chavista no se lo creen, e intentan que Maduro sea el mesías que conecta la tierra con el cielo. Maduro no tiene madera para ese puesto, y posiblemente ningún otro lo tenga, ese es el problema de los caudillos, cuando se mueren sus seguidores quedan huérfanos. Con Chaves vivo igual pudo pasar lo mismo: el petróleo bajó y no se crearon alternativas a tal evento. Sin ingresos no se puede repartir riqueza, y memos aún comisiones para mantener la corrupción callada. Tampoco se intentó darle una alternativa ocupacional productiva a la gran bolsa de las personas que antes no se visualizaban y ahora se manifiestan. El régimen de Chaves quiso hacerse querer por su entorno repartiendo dividendo petrolíferos; y se acabó la gallina de los huevos de oro. Y ahora los mismos que le aplaudían o le toleraban se hacen los sordos, igual que se hacían los sordos los que propiciaron el saqueo de Venezuela antes de la aparición de Hugo Chaves. Felipe González fue gran amigo y colaborador de Carlos Andrés Perez, pero éste acabó removido en 1993 por la Corte Suprema de Justicia de Venezuela –que no era chavista-, y fue por malversación de caudales públicos y fraude a la nación, y acabó muriendo en EEUU. Antonio Ledezma Díaz, Alcalde de Caracas y hoy preso, fue el que repatrió el cadáver de su amigo y correligionario Carlos Andrés Pérez. Pablo Manuel Iglesias, con veleidades caudillistas,  también se arrimó a Venezuela, cuando el petróleo daba leche y huevos, y no tuvo inconvenientes de hacerle la pelota a Chaves, posiblemente porque en aquel entonces se creía la bondades del régimen. Con ello parece ser, que sacó algún beneficio económico, y no solo lo parece  por lo que dicen los periódicos aquí, sino por lo que no dice el Sr. Iglesias. Iglesias como Rajoy confía su inocencia a los tribunales de justicia, ignorando que éstos no declaran inocencias, si acaso absuelven por falta de pruebas. Y ambos, entre otros, se postulan a ser caudillos. No como Franco, no. Como se estila en Hispanoamérica.

Barcelona a 26 de mayo del 2016. RRCH

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