miércoles, 5 de octubre de 2016

¿Por qué no hay políticos creíbles?


Seguramente una gran mayoría de ciudadanos de España y del resto del mundo, están de acuerdo que no existen hoy por hoy  figuras o personalidades políticas que tengan credibilidad. Y algunas de las razones pueden ser las siguientes:

1.- Para adquirir visibilidad ante la ciudadanía, se ha de hacer un hueco dentro de un partido político, y para ello modula sus planteamientos para agradar al aparato directivo de la formación, conscientes de que éstos lo han de postular.

2.- Superada la primera criba de la que sale desfigurado o remodelado al gusto del apartado se dirige a los medios de comunicación antes de dirigirse a los ciudadanos. Y para satisfacer a aquellos da titulares: soy socialdemócrata; soy socialista; soy demócrata-cristiano; soy liberal; soy conservador; soy… El periodismo actual no se interesa por el fondo de las cosas, en hacer un seguimiento y en proporcionar información veraz y contrastada, sino por aquello que más escandalice o llame la atención de forma instantánea, puesto que consideran que la ciudadanía no está en disposición de pensar por sí mismo sino en coleccionar eslóganes más o menos brillantes o más o menos obscenos. Los medios incentivando la emocionalidad venden mejor, y el político se deja porque cree que de tal forma adquiere mayor cuota de audiencia y de televidencia; y más rápido.

3.- El político una vez da el titular a los medios de comunicación con el fin de conseguir apoyos sobre lo que dice que es, continúa su periplo en sumar amigos dentro del aparato del partido. Amigos que lo serán o no, que continuarán siéndolo o dejarán de serlo, en la medida que ellos como amigos sean correspondidos en sus particulares intereses dentro del partido y/o fuera de él.

4.- Cuando ya está consolidado en las noticias diarias, se dirige a los ciudadanos prometiendo cosas similares a la que otro también promete, como que defiende la igualdad, la justicia y el bienestar de todos –especialmente de los trabajadores y la clase media-, la lucha contra la corrupción, la lucha contra la discriminación sexual y la xenofobia, la lucha contra la degradación ecológica, la defensa de los animales,  y la patria. Ninguno de los que dicen yo soy tal, se manifiestan en contra de lo antes expuesto, si acaso, según el foro al que se dirija pone más acento en una lucha u otra.

5.- Para presuntamente defender lo que presuntamente dice querer defender, directamente no defiende nada, sino que tratan de demostrar que su contrincante miente cuando promete lo mismo que él,  o por lo menos que el otro es incapaz de hacer lo que promete, con ello más que pretender un apoyo directo a sus postulados, se afana en restárselo a su contrario. Se centra en demostrar que sus contrincantes son peores, con lo cual se conforma apareciendo como el menos malo.

6.- Las promesas que reparte para conseguir los votos, siempre están huérfanas de explicaciones sobre cuáles son los motivos de fondo que han impedido que lo ahora prometido nunca antes  lo haya ejecutado otro –más allá de decir que el otro no quiso, mintió o era incapaz-. Se ahorra en exponer –superando el titular- en qué consiste la solución, cuándo, cómo, dónde, de qué manera, con qué medios, y con qué consecuencias adversas se encontrarán tales soluciones y como se solventarán.

 7.- Cuando accede a alguna parcela de poder se vuelve prudente y hasta conciliador,  e inmediatamente trata de hacer copartícipe de sus responsabilidades a los contrarios que antes denigraba, quiere hace buenos a los que definió como los peores, y si no le apoyan descarga en sus contarios sus propios fracasos. La autocrítica se la exigen al otro, y los otros hacen lo mismo pero al contrario.

Barcelona a 5 de octubre del 2016.- RRCH

No hay comentarios:

Publicar un comentario