Hoy por hoy, una vez devaluada la honorabilidad al nivel del “bono
basura”, la persecución del éxito se mide por la capacidad de captar voluntades
en beneficio propio, y el instrumento más eficaz para la manipulación emocional
sigue siendo la mentira. Desgraciadamente
en Catalunya la mentira hoy es un “valor” en alza. El engañado cuando descubre
el engaño hace acopio de resistencia para no admitirlo. Admitirlo implica para
él un deshonor atendiendo a un concepto de honor que voluntariamente ha
degradado.
El procés catalán hacia la independencia fue una madeja de mentiras,
desde la primera hebra hasta la última. Todo era mentira. Lo gracioso, por no llorar,
es que los artífices principales de los embustes ahora comienzan a insinuar que
quizás sus postulados no fueron certeros, pero procurarán y hasta puede ser que
lo consigan, seguir mintiendo mediante la técnica del victimismo, que es una
suerte de adicción enfermiza a la tesis de la dependencia. Ya dicen y seguirán
diciendo que ellos no dijeron la verdad porque a ellos le engañaron, ¿y quién
les engaño?, fácil: el Estado Español. ¿Cómo les engañó?, fácil: ellos se
creyeron que España se iba a dejar y se han enterado hace un rato que la
Constitución desde 1978 tenía un artículo 155 y el Gobierno tuvo la desfachatez
de aplicarlo. Creyeron que como se creían más democráticos y mejor legitimados
que el resto de españoles España negociaría con ellos y les daría a ellos lo
que ellos necesitaran para cumplir el antojo de ellos. Y ¿qué querían negociar?,
fácil: que les implementaran la independencia de Cataluña. Ellos ponían las
ganas y el Estado español les debía proporcionar todo lo necesario para que los
separatistas controlaran el territorio que querían separar de España, le
financiara la formación de un ejército catalán para “defenderse” de España; les
facilitara el reconocimiento internacional de la República Catalana; les
siguiera asegurando que los catalanas separados tendrían los mismo ingresos, menos
gastos y Catalunya el mismo Producto Interior Bruto (PIB), y por supuesto, que
la República Catalana recibiera la misma financiación.
Y fueron tan, tan engañados los
pobres que ahora el Sr. Mas, el Sr. Campuzano, el Sr. Tardá, y la asociación
Omnium comienzan al “autocrítica”. Más bien le hacen la “autocrítica” a los demás,
pero como le llaman “auto”, ya vale. Don
Artur Mas, primer espada de la innombrable Convergencia que una vez acreditada
su corrupción se cambió de nombre por el de PDECcat, y que ahora el pobre va
pidiendo que los engañados le hagan colectas para pagar sus embargos consecuencia
de sus desvaríos, dice que “el objetivo de la independencia sigue siendo
vigente” pero cuestiona que "hubiera un
buen control de los tiempos" y que "la
mayoría social fuera suficiente" para llevar a cabo el plan
secesionista. ¡Pobre, lo equivocaron! Cuando decía que los banqueros se
pelearían por estar en Cataluña y que la nueva república sería recibida con los
brazos abiertos en la Unión Europea, y que los catalanes iban a atar los perros
con chorizos una vez él los independizara, pero al parecer él estaba engañado.
Calculó mal. El “conseller” de Sanidad cesado,
Antoni Comín - ¿Ministro de la República catalana?-, admite que “hasta ahora el independentismo ha preferido
escuchar la parte del relato más épica, más emocionante y más bonita – lo que
él mismo les decía- , en contraposición a
las voces -que él negaba- que alertaban sobre la represión del Estado o que
los gobiernos europeos no nos reconocerían a la mañana siguiente de una
DUI", y que “el Ejecutivo de
Puigdemont no estaba preparado para desplegar la república catalana en un
contexto de "represión". ¡Otro que lo equivocaron!
El
diputado de Esquerra Republicana en el Congreso español, Joan Tardà, ahora dice
que “Catalunya
no es independiente porque no ha existido una mayoría de catalanes que así lo
hubieran querido", “se proclamó la independencia y la república, pero
no se implementó porque no estábamos predispuestos a poner en riesgo la
seguridad de los ciudadanos y es inevitable que pesara sobre los dirigentes y
el Govern el trauma del 1-O”, elogiando, claro está, la actitud de Carles
Puigdemont al no implementar lo aprobado por el Parlament y de ello se siente “muy
orgulloso”. ¡Hostia!, y aquello del mandato ciudadano del 1 de octubre
con más del 90% de apoyo!; y, eso de que el Sr. Puigemont está “resistiendo”
como presidente de la república en Bélgica, ¿qué?; bueno ahora Puigdemont ya
dice que hay otras alternativas a la independencia. La “consellera”
cesada Clara Ponsatí (aspirante a ministra de la República), el portavoz
de la dirección de ERC Sergi Sabrià, la dirigente del PDECat Marta Pascal
y el portavoz Carles Campuzano, reculan y valoran “opciones alternativas a la independencia”, aunque "no va a haber renuncia al horizonte de
la independencia, vamos a necesitar más tiempo para reforzar las mayorías
sociales y las fuerzas soberanistas deberán acompasar sus ritmos”. Marcel
Mauri de Ómnium dice que “se deben reforzar
algunos objetivos que no eran sólidos, y que pensaban que estaba ante un Estado
que se sentaría a negociar". CLARÍSIMO. Y las bufonadas de Rufián
siguen ahí, y la Sra. Colau tratando de averiguar si Cataluña es Cataluña o
Catalunya, si es república o no, si el escondido en la monarquía belga es presidente
de la república catalana o prófugo, y si ella es de izquierda, de derecha u
otra cosa. Pablo Iglesia busca novia… ¿Y
la dignidad?
Barcelona a 15 de noviembre
del 2017, RRCh
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