En Hispanoamérica,
Uruguay por ejemplo, a los que están jodidos o muy jodidos no le llaman
necesitados, sino carenciados. Y después de darle vueltas al mate he
comprendido que ambos conceptos son diametralmente distintos, y es un acierto
su diferenciación. Son carenciados los que carecen de ingresos mínimos y
constantes que les permita comer, tener un techo sin goteras con un sitio donde
cagar, mear y asearse, camas y colchones donde dormir, cacharos y fuego para
hacer la comida, tener agua corriente y electricidad, tener un par de mudas de
ropa para cambiarse y poder enviar a los hijos a la escuela al menos hasta que
le salgan pelos en las entrepiernas. Y poco más. Los necesitados ya es otra
cosa, son los que necesitan irse de vacaciones al menos una vez al año y si es posible al extranjero, tener
un coche o moto para cada miembro de la
familia, tener una habitación amueblada para cada hijo con ordenador, tener
refrigeración y calefacción, y tener una cuenta corriente con ahorros por si
acaso. Pero luego están los muy necesitados y las muy necesitadas, que para
estar a bien consigo mismo necesitan mucho más: tener un yate, tener un helicóptero
y si es posible que pueda aterrizar en el yate, tener un montón de coches y por
lo menos un Ferrari, tener él una amante para variar y ella otro para ella, ir
él al gimnasio para modelar el cuerpo y ella también, tener empleados
domésticos para cada necesidad, tener seguridad, tener una clínica de cirugía
estética de confianza para las reparaciones y remodelaciones del “body” –tener más
palabras en inglés para trufar el castellano haciéndolo más “culto”-; y lo
principal: tener un montón de carenciados para que atiendan a sus necesidades;
y les quieran.
Barcelona
a 22 de septiembre del 2016.- RRCH
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