Hubo
en España un viejo partido político socialista y obrero, que ya siendo
centenario consiguió arropar a la gente, que años atrás huían con una maleta de
cartón atada con piolines, sin más herramientas que sus manos encallecidas y
sin otra esperanza que subsistir como emigrantes pobres y vencidos. Ese partido
que hubo, consiguió repartir la riqueza con algo más de justicia, darle a la
gente posibilidades de curarse gratis, de ir a la escuela y la universidad, de
transitar por caminos menos poceados, y hasta de mirar a los señoritos a los
ojos, sin tener que sujetarse la boina entre la piernas y retirarse reculando.
Lo hubo. Los hijos de aquellos fueron creciendo con yogurt, chocolate y pan de
molde en la holgura que los viejos conquistaron con sangre, sudor y hambre. Lo
retoños nuevos asistieron a la universidad, y hasta algunos aprendieron a
hablar en inglés como lustre imprescindible para disimular la ausencia de los principios
básicos que nunca asimilaron, se hicieron profesionales en el uso de la palabra
y muy mañosos para emular a los contrarios compartiendo con éstos las ventajas
de sentirse arriba. Y se acostumbraron a superar el vértigo sin mi mirar para
abajo. Y cambiaron, como cambió el Isidoro aquel que ilusionaba multitudes, y
que dejo de hacerlo: cambió de mujer, cambió de casa, multiplicó el salario por
número de dos cifras y sentó en la mesa de los mismos que en su día combatió, y
echó papada, y se puso a decir bobadas para no aburrirse al hacerse rico. Hubo
un partido en España que era socialista
y asombró al mundo, pero ya no está. Sus siglas sin contenido se las disputan
individuos desprovistos de ideas, desprovistos de corajes, desprovistos de la
cualquier honorabilidad, y que solo pretenden mandar sin que se les vea para no
ser salpicados por las desventuras del mando, quieren estar en el poder
mediante intermediaros que hagan los que ellos piensan que se ha de hacer, pero
sin decirlo para no tener que asumir la responsabilidad de cualquier fracaso.
El gallinero del PSOE se ha llenado de zorros dispuestos a darse dentelladas
los unos a los otros para comerse al
último gallo que queda en el corral, y lo más desgraciado de estos desgraciados
es que quieren salir del gallinero sin picotazos como si fueran conejos
espectadores. Zorros en piel de conejos. Conejos sin audacias para ser zorros,
mamones. Y no se ve repuesto que arregle lo que se rompe. Los que se ofrecen
solo compadrean siendo figuras de exhibición,
atados por sus creencias de guapos bocones que se ahogan con su baba si
no escupen al de al lado. Hubo una vez en España, y habrá que empezar de nuevo.
Empezar de nuevo hablando bajito y que se entienda todo, sin florituras,
haciendo lo que se dice, y viviendo sin las necesidades propias de la
incoherencia. Habrá que ir haciendo camino al andar…
Barcelona
a 29 de septiembre del 2016. RRCH
Ningún comentario. Yo no podría decirlo mejor.
ResponderEliminarPodríamos agregar otra dimensión y decir que estos dirigentes de hoy, son los retoños de ayer, los hijos de aquellos que supieron orientar a la sociedad por el camino de la construcción colectiva con dignidad. ¿Que salió mal? Es nuestro deber hoy encontrar la respuesta para no repetir la historia.