En su origen la ley del silencio o
omertá tenía una lógica. Se trataba de no colaborar con la policía aun siendo
víctima de un delito y conociendo al delincuente, incluso cumpliendo condena si se era condenado por delito cometido por
otro aunque el condenado supiera quién era el verdadero culpable; esa no
colaboración extrema intentaba excluir a los cuerpos de seguridad del Estado
como forma de no reconocer al mismo Estado, resolviendo los problemas de forma
particular mediante la venganza. La vendetta
fue y es la forma clandestina de
impartir justicia, no solo de los
sicilianos, sino de todas las mafias.
Podía tener sentido un par de siglos antes de éste. Y quizás hasta lo tenga
ahora por otros motivos. Si en el presente hubiéramos superado la ley del
silencio posiblemente la corrupción asfixiante que hemos soportado hace unos
años y ahora parece descubrirse, no se hubiera producido, o al menos no con la
virulencia que se produjo. Cualquier persona física o jurídica que se
encontrara ante la tesitura de tener que pagar una mordida, coima o comisión
para conseguir un contrato público, una subvención o cualquier otra cosa a la
que tuviera derecho, podía haber
denunciado los hechos. Pero claro, de haberlo hecho hubiera tenido que asumir
dos consecuencias nefastas, la primera, que quien exige un dinero no lo hace
por escrito e incluso a veces ni siquiera lo hace hablando, sino haciendo
correr la voz: “¿ya sabes que si no
ofreces a Fulano el 5% no te lo darán, verdad? Tienes que hablar con Mengano
que es el intermediario, Fulano no se quema”, con lo cual ¿qué va a
denunciar?, el mangante no lo va a reconocer. El otro problema es que, si hubiera tenido un algún indicio claro
para que la denuncia prosperara, debía asumir que por allí no habría de
aparecer, porque no le darían en la vida nada por más derechos que tuviera a
ello. Callando, y aprendiendo el mecanismo de entrada, siempre se puede mantener
la esperanza que la próxima vez salga mejor y sin ir de pardillo regatear un poco y llevarse el gato al agua. En definitiva si se pretendía cien, es mejor
noventa y cinco que nada. Y lo peor era que para hacerlo había que confiar en
la actitud y aptitud del funcionario que recibiera la denuncia, que tenía un
jefe, que tenía otro jefe que lejos de estar por la labor de combatir la
corrupción podía estar, -y de hecho es obvio que muchos estaban- en la tesitura
contraria, y la colaboración con la justicia podía tornarse en que ésta, la
justicia, acabara buscándole las cosquillas. La crisis económica ha conseguido
romper lealtades: “dame algo que estoy en
la lona, me han estado preguntando por aquello y lo otro, yo no pienso decir
nada, pero la cosa está jodida, cómo está lo mío”. CiU lo tiene peor, en
las últimas elecciones se quedaron sin trabajo un docena de diputados
autonómicos, fuera del meollo, dame alto
que estoy en la lona… Jordi Pujol lo tiene mal, cómo arreglo esto de los chicos y la mestressa… La omertá en España a diferencia de la
Mafia original y para peor, no ha sido un medio de defensa instalado en la
clase media y media baja como forma de desobediencia civil contra la clase
dominante o casta instalada en los vértices del poder que manejaban a los
cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, no, estaba allí mismo, y desplegaba
sus efectos perniciosos desde arriba hacia abajo. Las lealtades se han roto no
solo por las penurias que generó la crisis económica, sino también por la
ruptura de la paz pujolista. Jordi
Pujol no se convirtió en un intocable
solo por el hecho de haber sido más de dos décadas el President de la Generalitat
de Catalunya, sino porque siéndolo hizo de bisagra entre el Partido Popular
y el Partido Socialista Obrero Español, para que éstos con la colaboración de
CiU-Pujol instauraran un turno pacífico. En el agrietamiento de la ley del silencio
ha sido protagonista principal el escoramiento de Pujol y su familia politica hacia el
independentismo catalán. Ya hace años que el President de la Generalitat post-pujol, Don Pascual Maragall, en el
mismísimo Parlament catalán dijo “su problema es el 3%”; el Sr. Mas, hoy President, se puso como una moto, y
Maragall atendió su demanda de que
retirara lo dicho. Pero no solo calló Maragall, callaron todos. La prensa,
cómoda en el turno pacífico calló,
sus departamentos de periodismo de
investigación que ahora desvelan sus conocimientos mediante el goteo, no
estuvieron. El que fuera Conseller en Cap,
Don Josep Lluís Carod-Rovira de Esquerra
Republicana, que en aquel entonces fue corregido por otro, cuyo nombre no
recuerda, que no era el 3% sino el 5%,
también calló. Y calló dice éste, porque era
lo que había y no tenía pruebas, que es lo mismo que decir, no es para tanto y no me voy a poner a investigarlo.
Claro, si estando en un puesto de mandatario popular en el vértices del poder
del gobierno catalán no quiso hacer nada y no lo hizo, sería porque habían otros
intereses más merecedoras de protección por encima de esa corrupción generalizada
del “es lo que hay…”
DESOBEDIENCIA
CIVIL. La misma Esquerra Republicana, que hoy gobierna Don Oriol Junqueras,
ante la certeza, que ya tenía desde el primer día, que el referéndum independentista
catalán no se va a realizar, dice que apoyará la desobediencia civil en caso
que el Estado impida las votaciones, e igual que los que proponen el federalismo
que no dicen en qué consiste su propuesta, él tampoco indica qué carajo se ha
de desobedecer. Puesto a elucubrar, igual tenemos que desobedecer y no ir a
matricular coches; no inscribir a los niños en el Registro Civil; no hacer la
declaración de IRPF; saltarnos los peajes sin pagar; no pagar en las zonas
azules de aparcamiento; no pagar el IBI; no tramitar el permiso de conducir; no
renovar el DNI ni el Pasaporte; no poner demandas ni denuncias, no ir a los
Juzgado si nos llaman; no usar el AVE ni el Aeropuerto; no pagar en el Metro ni
en el autobús; andar en pelotas por las calles, tirar la basura por la ventana,
escupir en los ascensores… No sé. Llevo aquí treinta y cinco años y no he
encontrado nada que los catalanes deban hacer y el resto de españoles no, o que
los catalanes tengan prohibido hacer y al resto de los españoles se les
permita. Dice el Sr. Junqueras, que lo hará como Martin Lutero King, ¡coño!,
pero si era negro, y los negros en la aquella época, tenían prohibido una
montón de cosas que se reservaban solo para los blancos… Bueno, sin exagerar,
seguramente se refiere a votar en un referéndum ilegal, pero claro, si es
ilegal no vale y si no vale para qué sirve. Cómo sabremos cuántos van y por qué
no van los que no van…
Barcelona a 9 de septiembre 20114
RRCh.