Seguramente
todas las tendencia políticas, en parte se fundamentan en un acto de fe, y por
tanto, en la creencia que su triunfo
mejoraría el bienestar de sus seguidores. El nacionalismo tiene peculiaridades
infernales y destructivas. Se fundamenta en la diferencia, que distinguen de la
diversidad, en que ellos se consideran mejores y por tanto se atribuyen la
potestad de segregar a los que no lo son. Para un nacionalista lo demás son
neutrales, equidistantes, y por tanto despreciables. Alguien dijo con razón,
que el nacionalismo es el último reducto
de los canallas. Esos, propagando primero el sentimiento de la patria herida,
mediante la utilización del victimismo, y luego exacerbando la valentía de dar todo por la
patria, inoculan el germen de la separación como solución. Dar todo, significa
todo, incluyendo la defensa a sus propios corrompidos y corruptores porque
serán para ellos “nuestros hijos de perra”. Nuestro, es el palabro. Y lo triste
por venenoso es que esos hijos de perra serán los líderes de la patria nueva,
de la patria “querida”. La Cataluña actual del “proces” se fue fundamentando desde el caso Banca Catalana, cuándo
los investigados por corrupción se envolvieron en la bandera para hacer creer
que atacar a banqueros corrompidos era atacar a la patria. En paralelo, con el
cultivo del patrioterismo cosecharon una
organización con definidos tientes mafiosos, que lo fue pudriendo todo, y poco
a poco lo han conseguido. Para ello contaron con la ceguera voluntaria de los
nacionalistas contrarios que para mantenerse en sus miserables poltronas iban
aprendiendo hablar en catalán en la intimidad y entre ambos sostenían esa cosa de
ellos que llaman patria. La patria de la familia Pujol, la patria la familia del
Palau, la patria de la ITV, la patria de la familia Gürtel, la patria de la familia Bárcena, la
patria de la familia del Partido Popular, la patria de los EREs de Andalucía,
la patria de los Camps, la de los Mata, la de los Rato. La patria de los
degenerados que ponen el huevo en paraísos fiscales y cacarean aquí. Ese
degenerado patriotismo construido como manto para tapar la mierda haciendo
próceres a los mangantes, A los que
engordan sus ganancias mientras esquilman la educación de la gente, la sanidad de la gente
y los hogares de la gente. A todos estos jodidos los compensan con sentimientos miserables y
mentirosos dándoles como enseña de grandeza un trapo de colores con una
estrella añadida y copiada, para que se contenten y se regodeen en su complejo
de inferioridad, desgracia que por supuesto es culpa de otros, del adversario
que desean enemigo.
Parecía que toda esta bajeza moral haría nacer
una reacción regeneradora de la dignidad, la coherencia, la razonabilidad y el
sentido común, pero el ansia de ascender por parte de personajes pusilánimes,
grises y gritones no lo ha posibilitado. La izquierda para participar en el
pastel del nacionalismo dice auténticas bobadas, y ni siquiera se sonroja; y no
se sabe si ello obedece a la indignidad o a la ignorancia. Hablan de derecho a decidir y de referendo,
pero no dicen sobre qué se ha de decidir o refrendar, mediante qué
procedimiento; cómo prevén ignorar la Constitución. Para cambiarla ni proponen qué.
No se atreven, del engaño sacan más réditos. El concepto democracia lo usan
como usan el de la corrupción, para tirárselos unos a otros, sin defender la
democracia ni atajar la corrupción. Viven de la osamenta. No pretenden reformar
las leyes, ya le valen las que hay para fustigarse entre el humo y la
inmundicia. Si encuentran la decencia que nunca han tenido y alguna vez propusieran
qué hacer, necesitarán tener a su favor dos tercios de los diputados y dos
tercios de los senadores, y cuando éstos lo aprueben tendrán que convocar
elecciones, y los que salgan elegidos tendrán que aprobar la reforma por dos
tercios de diputados y dos tercios de senadores, y entonces sí convocar un
referendo, en el que han de votar todos. Todos los ciudadanos españoles que
viven en España. Así de claro lo deja el artículo 168 de la Constitución que
tenemos, pero por ocultarlo ningún periodista hace la pregunta: ¿Cómo y con
qué pretenden conseguir dos tercios de
diputados y senadores en dos legislaturas consecutivas, y que luego que en
referendo todos los españoles acepten que solos los de una esquina del país decidan sobre la soberanía? El veneno
nacionalista se disfraza de pacífico,
prostituyen la democracia esperando con ansias que otro ponga un muerto, cuando
lo consigan lo taparán con una bandera, y entonces, solo entonces, mandarán a
los de siempre a que desobedezcan, a su costa claro. Ellos ponen el veneno
gratis, el antídoto lo cobrarán carísimo si es que lo tienen. La derecha centralista,
será coherente y lo hará todo por la cosa, que naturalmente también llaman patria, en la que ocultan su propia degradación ética; y hasta se
presentarán como salvadores. Sus fortunas ya la tienen fuera a buen recaudo. Entre
todos ellos emputecen a España, la violan, la pisotean, la quieren matar, unos porque dicen que es de ellos y otros
porque se quieren llevar el pedazo en el que conservar sus privilegios. Y a los
demás, que son la inmensa mayoría, que les jodan; para ello ya le han
sustituido el conocimiento de la historia por un cuento infantil más ameno y
resumido.
Barcelona a 12 de noviembre 2012. RRCH